Haz click aquí para copiar la URL
España España · Filmaffinitylandia
Voto de Vic:
9
Searching for Sugar Man
2012 Suecia
Documental, Intervenciones de: Sixto Rodríguez
8,0
28.303
Documental A finales de los años 60, Sixto Rodríguez, un misterioso músico, fue descubierto en un bar de Detroit por dos productores que quedaron fascinados por sus melodías conmovedoras y sus letras proféticas. Grabaron dos discos con la convicción de que el artista se convertiría en uno de los más grandes de su generación. Sin embargo, el éxito nunca llegó, y el cantante desapareció en medio de rumores sobre su suicidio en un escenario. Mientras ... [+]
15 de noviembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El escritor y periodista sudafricano Rian Malan, afirma durante el metraje que, como tal, no se creyó la historia, que esas cosas no pasaban en un universo racional. Efectivamente, es muy probable que el fenómeno Rodríguez sea de lo más inverosímil que le haya sucedido a un artista, aunque, quizá, no sea menos cierto que el pobre Rian se equivocase al creer que por estos terrestres lares suele imperar el raciocinio. Desde luego había escaso rastro de él en la Sudáfrica del Apartheid, donde una vez más, qué novedad, el hombre blanco, haciendo acopio de racismo y vileza, sometía bajo su elitista yugo a la ampliamente mayoritaria comunidad negra. Sin embargo, fue en aquella diezmada nación semiaislada internacionalmente donde, de forma insólita, germina una semilla llamada Cold Fact: no se sabe muy bien cómo, y habiendo vendido a duras penas unas cuantas copias en su lugar de origen —Estados Unidos— donde no tuvo ninguna repercusión, el primer álbum de Rodríguez, datado en el 70, aterriza en el segregado país africano, y no sólo se vuelve medianamente popular, sino que se instala en la gran mayoría de hogares codeándose, por ejemplo, con una obra nimia titulada Abbey Road y perpetrada por unos no-sé-quiénes fulanos de Liverpool.

¿Quién demonios sería ese misterioso Rodríguez? La curiosidad se extendió durante años al compás de unas canciones que escurriéndose de las opresoras manos de la censura, comenzaban a bombear las conciencias de una sociedad sedienta de estímulos libertarios. Y naturalmente, cuando el hombre anhela respuestas y éstas no aparecen por ningún rincón, para no malgastar más tiempo dudando, corta por lo sano y se las inventa. ¡Menudos somos! Así nacieron en su día los dioses todopoderosos, y así acabaron matando a ese tal Rodríguez que tenía la egoísta manía de no asomar la patita por ningún lado. Según quien contase el relato, o bien volándose los sesos, o bien tostándose al calor del fuego, la cuestión es que el tío se había dado matarile sobre el escenario. Un final a la altura de una leyenda, sí señor.

Pero claro, además de emisores místicos y confabuladores, y receptores creyentes y conformistas, existe otra clase de especímenes con el culo muy inquieto: unos tenaces escudriñadores que sólo emplean la palabra fe para aplicársela a ellos mismos. Suelen ser individuos que, valientes majaretas, cuando dan con un imponente obstáculo, en lugar de desanimarse como haría cualquier persona decente, aprovechan la afrenta para repostar inspiración. A esta calaña pertenece el periodista musical Craig Bartholomew, quien se topó con una reedición en CD del Coming from Reality, el segundo y último trabajo del talentoso músico fantasma, en la que un reclamo detectivesco (la discográfica sudafricana que distribuyó dicho álbum, invitó a Stephen Segerman, propietario de una tienda de discos, a escribir unas palabras en el libreto ante la falta de información sobre el artista, lo que éste aprovechó para lanzar una pregunta al aire: ¿algún detective musicólogo por ahí fuera?) lo empujó a comenzar una clandestina investigación en la que a la postre, hermanando esfuerzos con el propio Stephen, no sólo lograron exhumar el cadáver del etéreo cantautor, sino que, en un milagro propio del doctor Frankenstein, en 1998, es decir, 27 años después de la grabación de ese último disco, invocaron al norteamericano de entre los muertos hacia la palpable realidad de una gira por los escenarios sudafricanos.

En efecto amantes del caviar, el señor Sixto Rodríguez vivía y coleaba, pero lo hacía con la modesta cotidianidad de un humilde obrero de Detroit que trabaja incansablemente ajeno a cualquier barullo que su legado artístico —el cual apenas había interesado, sin dobleces, a unas decenas de sus compatriotas— pudiera armar en un país que jamás había pisado, y que para colmo, lo tenía encumbrado en el pedestal de sus iconos culturales. Así que, acompañado de sus hijas, cogió un vuelo y allí se plantó el buen hombre reencontrándose con una fama que siempre le perteneció, nada menos que veintitantos años después de haber intentado aquello de dedicarse a la música, y por supuesto haciendo las delicias de un incrédulo público que tras tanto tiempo dándolo por muerto, al fin tuvo la ocasión de carearse felizmente con su ídolo.

Sin duda estamos ante una historia de sueños cumplidos y por cumplir que enternece y apasiona, pero además “Searching of Sugar Man” va mucho más allá de limitarse a ofrecernos una perla emocional que nos reconcilie con la vida —que dicho sea de paso ya es bastante—; su impecable factura técnica y el preciso dominio de los tempos narrativos, dotan al film de un enigmático aura que ya querrían para sí la mayoría de producciones de ficción. Sin embargo y con total merecimiento, la verdadera piedra filosofal que reside en su esencia, las auténticas joyas a desenterrar y portar en nuestra mochila diaria, son las pegajosas melodías compuestas por nuestro protagonista y que tan increíblemente fueron ninguneadas por la sociedad estadounidense. Joyas que, gracias a dios sabe quién, un día se propagaron por la Sudáfrica del Apartheid, que gracias al tesón de unos melómanos prendió la mecha que originó este documental, y que gracias a este documental suenan con relativa frecuencia en la España del XXI, cuando en el coche, yendo a cualquier lado, una voz amiga dice aquello de: Ahora vamos a escuchar al gran Rodríguez.
Vic
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow