Es inquietante la forma en la que Jack muere. Parece un accidente, pero unas rápidas secuencias nos dicen que los miedos de Ennis no eran infundados y se basaban en todo un hecho social: la homosexualidad se pagaba con la muerte en el lejano oeste.

Ahora, el sufrimiento cargado de amor de ambos es tan enternecedor que envuelve toda la película de una belleza sobrecogedora. Esas ansias de Jack por romper con todo, esa aparente dureza de Ennis que se resuelve en un llanto conmovedor. Hay escenas que calan sin remedio.

También me llamó la atención detalles como la manera en que Ennis trataba en la cama a su mujer: igual que hizo con Jack. Son pequeños pero sutiles detalles que te dan una dimensión del personaje muy verídica. O el gesto contenido de la mujer de Ennis una vez que descubre que su marido le es infiel con un hombre, y como ese gesto se convierte en actitud a medida que la película se va desarrollando.

Podría seguir y seguir porque la lista es larga, pero no vale la pena. Es mejor sentarse en el sillón o en la butaca y disfrutar de esta magnífica película.