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Voto de claquetabitacora:
8
Piper (C)
2016 Estados Unidos
Animación
7,5
10.763
Animación. Aventuras Sigue la historia de un pequeño pájaro, el cual, hambriento, decide enfrentarse a su mayor miedo: el agua. Acompañó a "Buscando a Dory" en las salas de cine. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ciclo de la vida, en su máximo esplendor, visto a través de la figura diminuta de un pequeño correlimos común (o un calidris alpina si preferimos en latín). En apenas unos minutos somos partícipes, como si de una clase de naturaleza se tratase, de cómo hay que abrirse camino para lograr sobrevivir porque, por desgracia, en la vida nadie regala nada. Alan Barillaro da el salto a la dirección con este pequeño cuento donde lo que más sorprende es el mimo, cariño, esfuerzo y dedicación con el que está tratado esta pequeña joya que por derecho propio se autoproclama, quizás, como el corto más tierno de toda la factoría Pixar con permiso de otros pocos ejemplares. En “Piper” nos encontramos con la esencia de la supervivencia, en todo su exponente. Abrimos plano con una playa cualquiera. El día es idílico, soleado, a la orilla del mar. La iluminación más placentera no puede ser, con tonos cálidos y muy acordes con el tono que necesita. Los pájaros van en busca de alimento y en medio de la escena nos encontramos con una madre y su polluelo, Piper. Éste es, desde luego, el claro ejemplo de alguien que vive bajo el cobijo y cuidado de la seguridad maternal. Cierto, es una cría pero, a diferencia de los humanos que cuidamos de nuestros hijos hasta bien entrados los años, en la fauna es completamente distinto. Desde bien pequeños son enseñados a valerse por sí mismos, a que nadie regala nada y que si quieren vivir tienen que aprender.

Claro, el tono del corto, aparte del didáctico, es la comedia costumbrista y para ello, en todo momento, se recurrirá a las triquiñuelas dignas de un niño mimado por tal de no salir del nido (símbolo sutil de abandonar el nido) y ser alimentado por los demás. Es aquí, en este preciso instante, cuando la madre decide dar una lección vital a Piper y demostrarle el dicho de “si le das un pez a un hombre lo alimentarás un día, si le das una caña de pescar comerá todos los días”. Y con este leitmotiv, el pequeño pajarillo irá pasando por todas las fases que deben pasarse para convertirse en alguien autosuficiente. Lógicamente lo primero que invade a uno es el temor a lo desconocido, el miedo a no saber cómo afrontar la situación, la inseguridad que da cualquier obstáculo que nos encontremos y que hay que pasar por todos los periplos existentes para conseguir ser dueño de nuestra propia vida. Para ello la ternura del personaje, su forma nerviosa de moverse, de actuar o de afrontar las cosas es lo que le confiere la complicidad de todos. Pero lo más interesante, más allá de las formas empleadas para conseguir sacarnos la sonrisa (y la risa), es cómo empieza siendo un animal desvalido para ir cogiendo confianza poco a poco en sí mismo hasta llegar a ser alguien que ya no necesita la ayuda de su madre sino todo lo contrario, un animal que sabrá subsistir y sobrevivir ante cualquier contratiempo.

Hay demasiados puntos positivos en esta clase de zoología en estado puro para dejarlos pasar. Para empezar contamos con una dirección milimétrica que reparte la historia a través de diversos exponentes y todos ellos de una forma calculada. En los primeros instantes el humor es el que domina el ritmo. Piper es alguien que no quiere aprender, vive feliz dentro de una comodidad segura. Todo son excusas e impedimentos para no avanzar. El momento donde se asusta por una ola sirve como gag acertado pero también encierra una clase vital: los miedos, muchas veces, nos los creamos nosotros. Dejando a un lado el costumbrismo de las aves, ya sea en el cuidado o alimentación, seguimos hacia delante para ver como la propia naturaleza está en plena simbiosis y armonía. Personajes supuestamente anodinos como son los ermitaños sirven aquí como cambio de registro no sólo para Piper sino para la propia historia. Es gracias a ellos que tanto él como nosotros nos damos cuenta de que la solución, en muchos casos, está delante de nuestras narices si nos arriesgamos a seguir adelante. En el mismo instante donde el miedo se transforma en seguridad es cuando el pequeño plumífero acaba por convertirse en un ser vivo que sabrá como buscarse la vida para poder sobrevivir.

Nadie puede negar, sin lugar a dudas, que estamos ante una de las criaturas más tiernas tanto en forma como en fondo. La manera en cómo se hace entender a través de gestos, movimientos y acciones al igual que la forma en cómo va descubriendo las cosas es de una delicadeza tan perfecta que no se puede evitar llegar a la conclusión de haber contemplado un pedazo de cinematografía pulcra, elegante y ante todo solvente, que nos muestra, sin lugar a dudas, a un director minimalista, que no se pierde en naderías ni artificios, que entiende las emociones para así poder trasladarlas a un animal que logra transmitir toda una amalgama de sensaciones para que el espectador simpatice de inmediato con todo cuanto ve. Atención a las texturas de los elementos naturales como la arena, las algas, el agua, las almejas o los propios animales. La plasmación de un equipo que cada día se supera más. Como punto culminante decir que Adrian Belew redondea con una partitura minimalista pero muy adecuada. Sin lugar a dudas “Piper”, tanto en forma de corto como de personaje, es la vida en todo su esplendor.

https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/09/15/critica-piper-c-alan-barillaro-2016-la-vida-se-abre-camino/
claquetabitacora
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