Hablemos de la historia-guión de la película.
Si bien es cierto que la historia del Essex es verídica y fue revelada tras su vuelta a Nantucket por Owen Chase (Hemsworth) y George Pollard Jr (Benjamin Walker) ello no supone realmente un mérito de la película. Aunque también es verdad que es una excelentísima forma de dar a conocer esta increíble odisea y también un buen modo de nutrirse de ella en la gran pantalla.
Simplemente es aterrador pensar en esa escena en la que tras semanas a la deriva por el Pacífico, el cachalote blanco vuelve a hacer aparición. Una escena magnífica y que resume, en mi opinión, el terror que el inmenso azul puede llegar a infundir en el ser humano.
Aunque esa escena realmente muestra la impetuosidad de la naturaleza, en lo referente a los personajes, en ningún momento he llegado a sentir mucha empatía con ellos, lo que supone desde mi punto de vista un error considerable en el conjunto de la película.

Es agradable ese vano intento de los guionistas (Jaffa, Silver y Leavitt) por ofrecer la perspectiva, casual, de Chase (Hemsworth) de que tal vez el daño que han hecho a la naturaleza les sea devuelto por Dios a modo de penuria. Sin duda una reflexión siniestra la de Pollard (Walker) cuando le dice a Chase que el hombre es superior al resto de especies por que está hecho a imagen y semejanza de Dios y por ello debe navegar por todo el mundo tomando lo que es suyo por derecho terrenal.

Veamos los puntos flojos de la película.
Se puede resumir brevemente como una serie de paisajes artificiales que abusan constantemente de un cielo verde que todavía no llego a comprender (quizá en el Pacífico haya una concentración de gas de azufre inmensa en la atmósfera y lo desconozcamos) y también de un vestuario que no llega a encajar del todo en la historia. Es como si en todo momento fueras consciente de lo irreal que está siendo todo y no llegues a meterte de lleno en la historia.