Una idea, un señuelo de la España postfranquismo con la avaricia de los dirigentes hacia su beneficio particular. Han sido miles de cargos políticos los que se han aprovechado de su situación de privilegio en una España donde entraban los dineros a espuertas pero quizás, el caso más llamativo fue el de Luis Roldán.

No hace mucho me crucé con él por el Coso zaragozano, y si mira a todo el mundo como me miró a mí cuando identificó mi reconocimiento, no me extraña que llegase a donde llegó y tuviera el poder que tuvo, su mirada era de líder, de odio y de venganza.

Francisco Paesa (Eduard Fernández) es el gran protagonista de una película en la que las tramas y las marañas, las telas de araña son enrevesadas, por eso digo que no se sabe si en cada momento está planchando un huevo o friendo un pantalón.

La entrega se hace por momentos densos y lentos, pero ayuda a seguirla el no adivinar el final, por mucho que los más veteranos ya supiéramos que pasó en la realidad.

La película a nivel técnico muestra un muy buen nivel, fotografía, banda sonora, diseño, pero a nivel interpretativo me deja más dudas. La calva de Roldán es un auténtico esperpento.

Cuando una película me entretiene tiene un 5 asegurado, si se pudiera votar con medios puntos le daría un 5,5, así que prefiero dejarlo en el calificativo de una película entretenida.