Una atractiva mujer burguesa, de vida acomodada, casada con un joven y atractivo médico, sólo experimenta excitación sexual cuando es convertida en objeto de violencia y humillación. Peligrosa parafilia que le lleva a trabajar voluntariamente a espaldas de su marido en una casa de prostitución donde convertirá en realidad las fantasías sexuales de diversos hombres satisfaciendo también, en secreto, las suyas propias.

A través de breves flash-backs intuimos que la protagonista fue víctima de abusos sexuales durante su infancia, pudiéndose quizás establecer así una relación causal entre tal traumática experiencia pasada y ese extraño comportamiento sexual presente.

Pienso que el argumento es apasionante y esperaba encontrar una obra maestra de la categoría de "Él", con un atormentado personaje protagonista caracterizado de una forma tan completa y perfecta como lo fue el interpretado por Arturo de Córdova.

Sin embargo y muy a mi pesar, no consigo conectar con Catherine Deneuve en ningún momento. Su impasibilidad, su ausencia absoluta de expresividad, su rostro impenetrable a través del cual es imposible leer nada de lo que acontece en su interior, me alejaron completamente de la trama.

Quiero pensar que esa inmutabilidad de su cara es una técnica para transmitirnos la frialdad que caracteriza a su personaje y no es debida a una incompetencia atroz. Pero, en cualquier caso, se me ocurren otros muchos personajes fríos, distantes y de carácter imperturbable capaces de helarte la sangre con una mirada o de transmitir placer como si lo sintieras tú, sin quebrantar los límites esperados de su rígida personalidad. Sin embargo, el gesto de Deneuve es el mismo ya esté excitada, asustada, enfadada o indiferente, Más que actuar, se pasea por delante de la cámara.

El personaje interpretado por Jean Sorel me parece, sencillamente, absurdo. Dudo mucho que alguien pueda creerse que un hombre joven, guapo y adinerado soporte con esa abnegación, simpatía, paciencia y amor el hecho de que su mujer rehúya de todo contacto físico con él y le dé largas constantemente cada vez que intenta un mínimo acercamiento. Creo que hubiera sido mejor prescindir de un personaje tan sumamente mal construido que recuerda a los príncipes perfectos de las películas de Disney y priva a la película de una cuota de crudeza que hubiera aumentado su atractivo.

No obstante, me parece una película valiente, dura y crítica con la burguesía y la Iglesia que, a pesar de todo, merece ser vista.