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España España · madrid
Voto de benigno:
6
Comedia Un grupo de estrafalarios pasajeros viaja de Madrid a Ciudad de México en un avión cuya tripulación es absolutamente esperpéntica. Durante el vuelo, una grave avería hace que los pasajeros de clase business, al verse inevitablemente al borde de la muerte, se sientan inclinados a revelar los asuntos más íntimos de su vida. Todo ello desembocará en una comedia caótica y disparatada. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2013
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Madrid al cielo, quizás para morir, para arrojarse al vacío, para alejarse de lo terrenal y para volver a bajar a los infiernos. Los personajes están incomunicados en un limbo para mentirosos. Así se mueven entre la farsa y el vodevil para contarnos un sinsentido argumental. Todos los pasajeros están dentro de un avión y accidentalmente se encuentran atrapados sin posibilidad de bajar a tierra. La única posibilidad que tienen es enfrentarse a ellos mismos. A una parte (la más numerosa, porque son unos cobardes) los han dormido, los han callado para que no se rebelen ante la situación, otros conocen todos los acontecimientos y se adaptan con más armas a la problemática. Ellos son los que pueden entender la información que les ofrecen, porque están acostumbrados a sobrevolar con situaciones similares por aquello de manipular y ocultarse.

El tema principal de Los amantes pasajeros es la honestidad, todos los personajes se adentran en el vuelo obligados a hacer terapia de alguna manera, canalizando así los minutos hasta la catarsis individual de los personajes y la grupal aderezada de sustancias desinhibidoras. No es casual que solo la clase business sea consciente durante el viaje, en ese espacio nos encontramos con chantajistas, estafadores financieros, asesinos a sueldo, farsantes, hipócritas, alcohólicos, politoxicómanos hedonistas y egoístas, envidiosos y delincuentes. Todos ellos personalidades imperfectas comandados de forma corrupta y amparados únicamente por un alma que no es capaz de mentir. Ese personaje que ha sufrido un trauma gracias al cual es obligatoriamente sincero conforma la utopía de la cual potencialmente se irán tiñendo los amantes del título haciendo frente a la sensación de una muerte cercana o al abismo, el mismo que sufre el país en el que viven. Nuestro país.

Todos estamos invitados y somos pasajeros forzosamente o no de este vuelo absurdo que funciona de manera sobresaliente como alegoría, lleno de metonimias magníficas y formando una sátira que se convierte en una comedia irregular con chistes prosaicos y entretenimiento escapista. La ligereza es la dueña de la función superficial y debajo del envoltorio brillante y luminoso los colores se apagan desde la realidad gris oscuro casi negra e igual de grotesca. La película es mucho mejor cuanto más absurda se reconoce, porque el concepto gana fuerza. Aunque Almodóvar parezca que está empeñado en no trascender y nos ofrezca un producto que se denomina a sí mismo como menor si lo comparamos con la filmografía más reciente del director, es consciente plenamente de lo que está haciendo. Es cierto que vuelve a los ochenta, pero no para hacer una revisión de lo que ya hizo en esa época sino para devolvernos una mirada nostálgica de un tiempo que ya no es, de una libertad que ya no nos pertenece por culpa de lo políticamente correcto, válgame dios la gracia. En los ochenta, la recién estrenada democracia daba al país un carácter libertario, la represión anterior se transformaba en independencia sin límites, liberación desenfrenada. Almodóvar que ya no es el mismo, ni tan joven, tampoco lo es nuestra democracia, muestra hasta que punto hemos evolucionado y retrocedido, casi a partes iguales. El debate que adquiere el estreno de esta película entre crítica y público no hace más que ratificar esta intención o consecuencia irremediable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
benigno
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