Falso documental de ciencia ficción producido por Timur Bekmambetov, realizador ruso que ha llevado a cabo las tareas de dirección en sagas como la de Guardianes de la Noche o la americana Wanted (Se Busca), de la que se espera una segunda parte. Apollo 18 supone la primera incursión del madrileño Gonzalo López-Gallego como director en los USA, lo que resulta sorprendente pues no es muy conocido por estos lares, a pesar de largometrajes tan meritorios como El Rey de la Montaña. Se puede decir que ha tomado el mismo camino de otros profesionales del país que han decidido emigrar para probar mejor fortuna, entre ellos los hermanos Pastor, Jaume Collet-Serra, Juan Carlos Fresnadillo, J.A. Bayona, Luis Berdejo...

La película relata la odisea de tres cosmonautas que son enviados a la Luna en una operación encubierta con el nombre de Apollo 18 (la última misión oficial fue el Apollo 17), y como una vez en pleno satélite descubren el primer contacto de vida extraterrestre, hostil para más señas. Todo ello está visto desde una grabación recuperada de los propios astronautas.

Paranormal Activity, [Rec] y The Blair Witch Project son solo tres de las películas que a uno se le pasan por la cabeza cuando ve Apollo 18, de la primera coge el estilo amateur con escenas plagadas de sustos más efectistas que efectivos, de la de Balagueró una narración contada cámara en mano en primera persona, y de El Proyecto de la Bruja de Blair la idea de estar visionando una cinta perdida y la sensación de estafa que se te queda tras ver semejante despropósito (porque pese a sus aciertos, para mí la película sobre la Bruja de Blair es lo que fue).

Monótona, aburrida, lenta, pesada, fallida desde el mismo momento en que no consigue involucrar al espectador en la historia, sin lograr que nos importe alguno de sus justitos protagonistas, a lo que no ayuda cierta confusión que produce el montaje (hay escenas donde uno no sabe quien lleva la cámara) y la presencia de unos de los alienígenas más ridículos en tiempo. Todo ello echa por tierra la buena labor de ambientación, el único punto positivo del film de López-Gallego, al que solo se le puede agradecer la brevedad de su propuesta, ni 80 minutos.