Stephen Hopkins pertenece a ese grupo de directores de trayectoria floja pero con alguna que otra película satisfactoria (Martin Campbell sería otro ejemplo). Depredador 2, Los Jueces de la Noche y Volar por los Aires dentro de sus limitaciones son producciones aprovechables, y Los Demonios de la Noche bajo mi punto de vista es su mejor película. Y recalco que lo es bajo mi punto de vista porque en el momento de su estreno, allá por 1996, fue recibida de una manera tibia, consiguiendo incluso una innecesaria nominación a los Razzies a peor actor secundario para un Val Kilmer que no lo hace tan mal. Para contrarrestar ese demérito, citar que en los Oscar se llevó el premio a mejor sonido.

El reparto: el citado Kilmer, un Michael Douglas que además ejerce de productor, Bernard Hill, Tom Wilkinson, Emily Mortimer y gran cantidad de actores de origen africano.

Basado parcialmente en una historia real, el guión de William Goldman para Los Demonios de la Noche cuenta la hazaña del ingeniero John Henry Patterson (Kilmer), quien tenía la misión de construir un puente en el pueblo de Tsavo (África). El detonante de la historia y lo que hace más interesante la trama es la aparición de dos sobrenaturales leones que matan por placer a los obreros de tal construcción. Patterson con ayuda de un cazador de leones, Charles Remington (Douglas interpretando un personaje ficticio), les pondrán caza.

Es curioso que Stephen Hopkins fuera el elegido para realizar la secuela de Depredador y que aquí, de manera involuntaria, consiguiera una película que guarda ligero parentesco con la película de Schwarzenegger. La historia es básicamente la misma, depredadores a la caza de humanos, la principal diferencia es que aquí proceden del reino animal. Momentos que evocan a la película de McTiernan: la brutalidad de las muertes, el entorno natural, el plan de Patterson/Remington para darles caza, el punto de vista subjetivo de las bestias, la confrontación final cara a cara.

Bien es cierto que Los Demonios de la Noche lo hace con una puesta en escena muy diferente, un relato de aventuras con toques de horror, realizada con un estilo clásico procedente de décadas anteriores, con un gran uso del formato panorámico y los planos abiertos para poder disfrutar de los parajes del continente africano que ofrece la dirección artística y la espectacular fotografía de Vilmos Zsigmond (Encuentros en la Tercera Fase). La brillante música de Jerry Goldsmith se mueve en el mismo camino, una combinación de la banda sonora que hizo para Rambo con influencias africanas y del género más aventurero de antaño.

El único punto donde Los Demonios de la Noche baja de nivel es en el reparto. Val Kilmer cumple pero se echa en falta alguien que sepa transmitir más que la misma impertérrita expresión. Michael Douglas tiene un breve papel que le roba protagonismo, carismático pero con un afán de hacerse notar. El tercero en importancia es el desconocido actor de color John Kani, poniendo la nota de humor y la voz en Off que cuenta la historia. Los mejores, la pareja de felinos y las brutalidades de las que hacen gala, sin excederse Los Demonios de la Noche en el uso de FX para sustituirlos.

Sorprende la mala fama que acompaña esta película, más cuando como producto de entretenimiento tiene una eficacia que para sí quisieran otras películas más aclamadas. Infravalorada es una expresión que suelo utilizar mucho, y es precisa la que le viene al pelo a esta reivindicable Los Demonios de la Noche.