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España España · Barcelona
Voto de David MS:
5
Comedia Brewster es un jugador de las ligas menores de béisbol. Aunque no lo conocía, un rico pariente suyo acaba de fallecer y, para probar que Brewster comprende el valor del dinero, le impone en su testamento la prueba de derrochar 30 millones de dólares en cosas inútiles en un mes, sin poder poseer al final de ese tiempo absolutamenta nada de lo que haya gastado. Si tiene éxito, heredará otros 300 millones de dólares. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2014
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No soy seguidor de la carrera del humorista Richard Pryor (1940-2005); le recuerdo de algunas comedias pero rara vez ha conseguido sacarme una carcajada. La excepción, No me Chilles que no te Veo (1987), una comedia donde era acompañado de un cómico -este sí, genial- Gene Wilder. Por lo tanto la razón de ponerme a ver en pleno 2014 un film como El Gran Despilfarro (1985) no viene por su presencia, viene del director que está tras las cámaras, Walter Hill, y ver como se desenvuelve en el género de la comedia tras una carrera dedicada al mejor cine de acción (The Warriors, La Presa o Límite: 48 Horas).

De qué va: un veterano jugador de Baseball de las ligas menores (Pryor) se hace con un testamento de trescientos millones de dólares, que sólo recibirá si en el primer mes consigue gastarse treinta de ellos, y al finalizar este periodo de tiempo no posee ningún bien material. Le acompaña en la aventura un amigo, para nada trascendente en la trama, pero que vale la pena mencionar porque el actor que lo interpreta es otro gran humorista de la época, John Candy (1950-1994).

Al grano ¿Te ríes con El Gran Despilfarro? A carcajada limpia ni una sola vez, no es una película de grandes gags ni tampoco muy elaborados. El personaje de Richard Pryor se gasta el dinero en estupideces pero nada desternillante: organizar un partido contra los New York Yankees, comprar un iceberg, redecorar un hotel o presentarse a la alcaldía de Nueva York. Eso sí, lo que cuenta es fiel al título que se le puso en España -el original es Brewster's Millions-, ver cómo son invertidos treinta millones de dólares, hora y media de consumismo puro y duro.

Respecto al motivo por el que puse la peli, ni rastro de Walter Hill por aquí; está dirigida por él como lo podría estar por Perico el de los Palotes -al igual que la banda sonora de su habitual Ry Cooder, aquí tampoco muy presente su sonoridad-. A salvar: que Pryor y Candy caen muy bien, y una premisa divertida, más de los que la peli acaba por ser.
David MS
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