“Me propuse idear una historia que hablara de los misteriosos temores de nuestra naturaleza y despertara un terror escalofriante, que hiciera que el lector temiera mirar a su alrededor, que helase la sangre y acelerase los latidos del corazón”

Con esta introducción de lo más pretenciosa, en palabras de Mary Shelley comienza el film y desde luego Branagh fracasa estrepitosamente en lograr esos objetivos que expone(tampoco ella, lo consigue en el libro, por cierto).

Lo que si consigue nuestro director-actor es recrear esa atmósfera decimonónica y romanticista de la novela y, que a pesar de su enorme aspecto teatral - y bien que le gusta la teatralidad a nuestro buen amigo Branagh -, esta película no resulta anodina ni artificial en absoluto. Me metí en la historia desde el primer momento, si bien es cierto que el argumento principal, que no es otro que la creación del monstruo y sus consecuencias tardan en llegar, y el prólogo, detallándonos la preciosa vida burguesa del protagonista resulta exagerado e innecesario. Me aburrí también, con la parte del bosque, el ciego y el resto de la familia pobre, pero bucólica, esa.