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España España · Tramacastiel
Voto de Luis:
9
Thriller Una vez terminada la guerra civil española (1936-1939), Manuel Artíguez (Gregory Peck), un popular miembro del maquis, abandona España y se refugia en Francia. Veinte años más tarde, el hijo de su mejor amigo, atraviesa la frontera para pedirle que vuelva a España y mate a Viñolas (Anthony Quinn), un capitán de la Guardia Civil responsable de la muerte de su padre. Pero Artíguez, hastiado de todo, no atiende la petición del chico. Sin ... [+]
16 de junio de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y llegó el día de la venganza pertenece al espíritu de varios de los títulos de Fred Zinnemann, desde Solo ante el peligro a Chacal, pasando por Un hombre para la eternidad. En todos ellos un hombre se queda solo ante una comunidad, sea un sheriff, un santo, un maquis o un asesino a sueldo. Este hecho agiganta al personaje, lo convierte en una especie de héroe, por malvado que sea, por la simple razón de desafiar a la mayoría y tener pocas o ninguna posibilidad de ganar.
Salvo en Sólo ante el peligro, todos los protagonistas de esos films acaban autoinmolándose. Pero en Y llegó el día de la venganza no se trata ya de defender ninguna causa justa o injusta, sino de suicidarse vengándose, pues el guerrillero comunista ha perdido toda ilusión en su ideal y arrastra una vida frustrada, sin esperanza ya de que la lucha sirva para nada.
El guión no pretende narrar una biografía concreta, aunque se inspire en la realidad, sino contarnos el apasionante drama de un duelo inútil entre el maquis Manuel Artiguez (Gregory Peck) y el capitán de la guardia civil Viñolas (Anthony Quinn), así como el también inútil intento de un buen sacerdote (Omar Sharif) por ayudar a quien le odia por el solo hecho de ser cura. Es un trabajo de gran calidad que muestra la desesperación de los exiliados ante el triunfo definitivo del franquismo y que expresa el canto del cisne de la guerrilla política, hacia principios de los sesenta.
El actor que tiene el papel más complejo y difícil es Gregory Peck. Consigue una interpretación magistral de un fanático idealista que sufre la contradicción de tener que agradecer a su enemigo ideológico, un sacerdote, el intento de salvarle la vida, mientras se ve obligado a reconocer que un compañero político es un despreciable traidor.
El film es muy bello, muy emotivo y humano. Nos habla del odio que provoca el radicalismo político, de la falta de escrúpulos morales de la policía y del fracaso de la bondad en semejante ambiente. No es una película que critique un régimen o a su oposición, sino que evidencia la crueldad en que acaban los sentimientos de venganza.
Añadiré respecto a lo que he leído en alguna otra crítica de Y llegó el día de la venganza que Hollywood ha hecho más películas que dan una imagen idealizada y positiva de España que las que ofrecen alguna nota peyorativa, sea El capitán de Castilla, Las siete ciudades de oro, Orgullo y pasión, Apuesta por un jinete, El ángel vestido de rojo, El Cid, En busca del amor o El hombre de la Mancha. Y que considero que el film de Zinnemann sigue igualmente esa línea, pues invita a firmar la paz de cualquier guerra civil.
Y recuerdo eso para subrayar el complejo de inferioridad injustificado que se percibe hoy en no pocos españoles, incluidos los cinéfilos.
Luis
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