El escritor Stephen King dirigió la que sería su primera y última película en la que el material de adaptación consistía en el relato corto escrito por el mismo King titulado 'Camiones' contenida dentro de la compilación 'El umbral de la noche' (1978). El debut no le resultó muy placentero que digamos para el escritor nacido en Portland, pues llamó a su filme "película de imbéciles" y realizó la mayor parte del trabajo bajo los efectos de la cocaína; tampoco llega a los límites de firmar la cinta bajo el seudónimo Alan Smithee y firma con su propio nombre.

A pesar de la terrible experiencia que supuso la cinta para él, ciertamente no estamos ante una obra horrible. La historia de la rebelión de las máquinas ya no era en 1986 un tema muy original -dos años antes se estrenó la excelente 'Terminator' que trataba sobre eso-; aunque la forma en la que se aproxima el mismo King la hace introducir un poco de frescura usando a vehículos, tocadiscos y demás máquinas. Especialmente destacable el camión decorado en la parte delantera con la cara del Duende Verde.

Por otro lado, el escritor metido a director no cuenta precisamente con un reparto de actores de segunda categoría porque cuenta con Emilio Estévez (que venía de 'El club de los cinco'), Pat Hingle ('Esplendor en la hierba', 'Batman') o Yeardley Smith, conocida más tarde por dar la voz a Lisa Simpson, entre otros personajes, en 'Los Simpson' (y, como curiosidad, una breve aparición de un desconocido Giancarlo Esposito). Todo este elenco realiza una labor en condiciones para una producción tirando más a la serie B que a la serie A y son una parte fundamental para que la cinta salga a flote.

La historia es 1+1=2, pero es entretenida por como se las tienen que ver los supervivientes dentro de ese bar de carretera para sobrevivir ante las máquinas que se han despertado rebeldes y con malas intenciones. No hay casi nada a destacar notablemente, salvo la banda sonora obra de AC/DC. El balance, eso sí, es general positivo para un filme que no tenía mucho que ofrecer al espectador a priori. Dentro de sus limitaciones, sale a flote.