Es cierto que Roland Emmerich no es el mejor director de cine del mundo precisamente. A veces se flipa mucho con sus películas y no muchas han aguantado el paso del tiempo; aunque cuando hace algo bien hay que reconocérselo. 1996 fue su año.

'Independence Day' tenía ingredientes para triunfar en aquel lejano verano de 1996. Contaba con el actor de moda Will Smith, Jeff Goldblum en otro papel de científico algo excéntrico de esos que se le dan bien y la imagen de la Casa Blanca saltando por los aires; pues resulta que la práctica validó la teoría y reventó la taquilla el alemán.

'Independence Day' es un ejercicio de como debería ser un buen taquillazo veraniego. Protagonistas y secundarios brillando casi al mismo nivel (Will Smith, Jeff Goldblum, Bill Pullman con su grandioso discurso y Randy Quaid se llevan la palma), efectos especiales espectaculares (casi 25 años después aún aguanta sin problemas en este aspecto) y una historia que hace que pases un rato bastante entretenido. Yo no le veo que se le pueda pedir más.

Roland Emmerich tuvo el fallo de que pensó que una secuela de la peli lo petaría por igual y hay veces, como este caso, donde estirar el chicle es lo más insensato que se puede hacer, debido a que a veces solo basta con una entrega. Todo lo buena que es la primera no lo fue su fallida secuela, y es mejor quedarse con el recuerdo de lo que es 'Independence Day': un filme que sirve para pasar un gran rato en cualquier momento; ¿y qué si tiene alguna laguna?.