Una patada en los huevos de la sociedad: eso es 'American Beauty'. Un repaso crudo a las míseras vidas vestidos de existencia perfecta; pero que son tan miserables como cualquiera.

En la ópera prima de Sam Mendes (que le estará eternamente agradecido a ésta película porque le ayudó a ser lo que es hoy, un cotizado director) vemos las anodinas vidas de Lester y Caroline Burnham cuyo matrimonio es tan anodino que provoca una crisis existencial en Lester y sacudirá la vida de todos, incluida su hija Jane. Y el empujón es el descubrimiento de Lester de Angela, amiga de su hija.

La película retrata cruelmente la vida acomodada y nuestra vida como borregos lo que lleva a los protagonistas a luchar contra los grilletes puestos y provocando con ellos más caos en sus vidas. Una vorágine de acontecimientos que terminan con el triste mensaje de que tendremos una vida mediocre algún día. Yo espero no caer en esa vida de mierda, en tenerlo todo y estar realmente vacío en una existencia gris. Es una de las peores cosas que le puede pasar a alguien.

Pero en 'American Beauty' también hay momentos para la risa (el momento en el que Lester se entera de que Angela se queda a dormir en casa, por ejemplo), el drama (la cena donde Lester toma el mando) o la sorpresa, llevado de una forma que no sea aburrido y pretendiendo que sea una película para recordar. Para los jueces de la Academia debió serlo ya que se llevó la mayoría de premios gordos de los Oscar.

Hay otras formas de hacer que nuestras vidas no sean una existencia anodina; 'American Beauty' solo nos recuerda donde podemos caer.