Con 'Conan, el bárbaro', nació la leyenda de Conan (si bien es cierto que ya existía en los cómics, pero desde la película se había vuelto aún más popular) y la leyenda de Arnold Schwarzenegger, aquel actor mazado hasta decir basta que daría su mejor papel dos años más tarde interpretando a una tostadora asesina que había venido al pasado a hacer abortar a lo bestia a Sarah Connor. Dos años después de la notable cinta que dirigió John Milius, con la colaboración de un tipo llamado Oliver Stone en el guión, vino esta secuela. Una secuela que podría haberse quedado en la cabeza de los que la idearon y no haber salido nunca. Para esto sí hacía falta un cyborg asesino, y no para evitar un nacimiento, ¡con lo bonito que es la vida!

En esta película, el héroe hiperfibrado recibe un encargo que, si lo cumple, lo llevará a reencontrarse con un antiguo amor. Y, claro, como es un hombre, y como buen hombre, piensa con la cabeza de abajo, allá que va a hacer lo que haga falta. El problema es el contexto.

El contexto quiere decir, queridos amigos cinéfilos, que casi todo es una mierda. Empezando por unos personajes en los que he visto más fondo en un borracho, unos decorados y unos monstruos hechos con el mínimo esfuerzo que dan hasta vergüenza ajena de solo verlos, y menos mal que he visto la película doblada al castellano, que si no....En fin, en toda la película, solo me llamaron la atención dos escenas contadas; el resto fue indiferencia y vergüenza ajena. Una hora y cuarenta minutos para nada.

Con lo único que me quedaría de esta pseudopelícula de aventuras es con la música de Basil Poledouris, que sigue con la buena línea de la pelicula anterior. El resto, como si queman todas las copias en el fuego; pero que no quede ni una (lo digo por si alguien lee y me hace caso XD).

En fin, espero que si hay una nueva película la traten mejor que esta abominación.