Vale, cruzar a Alien y Depredador es una idea para llenarse los bolsillos con poco valor argumental y que el tiempo la ha puesto en el lugar que la corresponde, esto es, una obra olvidable que no debe tenerse en cuenta en la franquicia.

¿Pero de verdad es tan mala? Les voy a sorprender, pero no lo es.

Es Paul W.S. Anderson, cuya carrera empezó dignamente y ahora es irrelevante, son actores, salvo el gran Lance Henriksen, de "si te he visto no me acuerdo". Y, aún teniendo ingredientes para ser una castaña importante, se salva de la quema.

El argumento tiene lógica, los personajes están para lo que están, pero son menos patanes que lo que hemos visto en 'Prometheus' o 'Alien Covenant' (películas con mayor presupuesto y talento) y el desarrollo de los acontecimientos puede colar, además de una escena final que introdujo una curiosa novedad.

Eso sí, hay que tenerla en cuenta como lo que es, una rareza independiente de las franquicias de Alien y Depredador (creo leer por ahí que está dentro de la cronología oficial, pero es superior a mis fuerzas meterlo dentro del espacio de las obras maestras de Ridley Scott y James Cameron y la notable cinta de John McTiernan). Solo así se puede ver de verdad.