No recuerdo cuantos años hacía que no revisaba esta película, de la que estoy seguro que la vi, pero que no tengo puntuada en ningún sitio; imagino que pensé que hasta que no la volviese a ver no la puntuaría como es debido. Ese día, y por accidente ya que no era un visionado previsto, ha llegado.

Casi 25 años después de su estreno creo que mis líneas no van a servir mucho para descubrir más sobre este filme altamente famoso, aunque si alguien se apunta a verla después de leer esta reseña de algo habrá servido; y como algo hay que decir para no dejar el texto más seco que un desierto diré que gran parte de su éxito se debe a su química, una parte de la actuación que no se puede entrenar en ninguna escuela de cine, o se tiene o no se tiene.

Jackie Chan y Chris Tucker desde luego demostraron tenerla y esa química atraviesa la dinámica de sus personajes (uno el inspector Lee y otro el detective James Carter, respectivamente) dando petróleo en cada secuencia en la que aparecen juntos desde que Carter recoge a Lee al aeropuerto empezando con las secuencias disparatadas al poco de conocerse con ese lío de fuga en la que el personaje de Chan va de vehículo en vehículo intentando escabullirse del detective.

Con la interacción entre los dos actores la cinta esta salvada, pero además tenemos peleas marca de la casa de Jackie Chan donde se sirve de sus habilidades y de su ingenio para sobrevivir ante sus rivales, el carisma de Chris Tucker que se adapta al papel como si hubiese nacido para él y acción de calidad durante su poco más de hora y media. Evidentemente, no era una sorpresa que llegasen hasta dos secuelas más, pero ese es tema para otro día.

Recomendable filme pasen los años que pasen.