Con la primera temporada de ‘Stranger Things’ pasó un caso similar al de ‘El padrino’ con varias décadas de diferencia. Si bien una comparación directa es objetivamente inviable y sin ninguna lógica, sí que puedo compararlos indirectamente, ya que ni una ni otra fueron obras con argumentos originales, pero sí pienso que han llevado argumentos ya vistos a un nivel de calidad bastante, bastante alto.

Es decir, en la primera entrega de la serie de Netflix, veíamos un argumento que estaba clara y evidentemente, porque así lo quisieron, influenciado por los años 80 en estética o largometrajes; mas el devenir de los episodios, sus guiones, las interpretaciones y el mimo en el trabajo de ambientación fueron puntos que llevaron a la serie a un éxito rotundo y merecido. Con la segunda temporada confirmada y ya estrenada, había asuntos pendientes que resolver en el una vez tranquilo sitio de Hawkins, Indiana.

Y una vez vista esta nueva tanda de episodios, no solo hay que decir que mantiene el nivel excelso, sino que incluso lo lleva un poco más allá. Algo como pasó con ‘El padrino. Parte II’.

Se mantienen las mismas virtudes de la temporada anterior y, a su vez, se consigue llegar más alto con ese tono oscuro que da pie a escenas inquietantes como la última secuencia del tercer capítulo o el todo el capítulo ocho. En resumen, sigue sin ser material nuevo del todo, aunque cuadran toda la temporada con una precisión milimétrica y no dejan nada suelto ni desatendido.

Y en los apartados visuales e interpretativos, de nuevo sientan como un guante a la serie, incluso las nuevas incorporaciones se adaptan sin mucho esfuerzo con mención especial para Sean Astin (actor de carrera irregular, pero inolvidable cuando le dan buenos personajes como aquí o en la saga de ‘El señor de los anillos’) y Paul Reiser (donde me atrevería a decir que se inspiraron en su papel como Carter Burke en ‘Aliens: El regreso’, pero es tirarme a la piscina).

No todo es color de rosa. El controvertido episodio siete sí que es verdad que corta el ritmo ascendente y la veo desubicada, con una trama que debería haber sido para algún episodio del tramo inicial y no para el tramo final, si bien, argumentalmente, no es ni mucho menos un paso atrás, sino un paso adelante para el final.

Con una tercera temporada confirmada, es complicado que vea este nivel de nuevo aún más alto y queda mucha tela que cortar y trabajar hasta el rodaje y posterior estreno; sin embargo, si siguen este método de trabajo donde las cosas delante y detrás de las cámaras fluyen sin apenas grietas, el entretenimiento seguirá estando garantizado.

Nota real: 9.5