Tras el fulgurante éxito de “Miss agente especial” que sólo en Estados Unidos recaudó más de 100 millones de dólares y más de 200 a nivel mundial era inevitable que apareciese una secuela que, seguramente, muchos de los que vieron la primera parte ni siquiera se esperaban.

La idea que se nos presenta en esta segunda parte (en la que el personaje de Sandra Bullock se convierte en toda una celebridad) no podría ser más acertada, aunque su resolución probablemente no sea la adecuada. El film peca de chistes demasiado fáciles, que buscan desesperadamente la risa del espectador, que muchas veces nada más que se quedan en el intento.

La duración de la cinta no juega en su favor, los gags están lo mejor repartidos a lo largo de todo el metraje y, aunque no son muchos, son suficientes como para mantener un mínimo de atención. Hay momentos de verdadera carcajada. La ausencia de algunos de los actores de la primera parte también deja mella en el resultado, un decaído William Shatner, Regina King y una sosa Heather Burns no son suficientes para acompañar a Bullock.

Precisamente Bullock es lo mejor de la cinta, los fans de la estrella disfrutarán mucho de la película, la verán disfrazada, bailando, y corriendo detrás de los malos y se reirán con sus poses y con las caras propias de la actriz. Es la verdadera (y la única) estrella de la función, ella es lo único que merece la pena. Le pese a quien le pese y, por muy poco recomendable que sea el film, Sandra Bullock es toda una estrella y aquí queda demostrado de nuevo.

Lo mejor: Sandra Bullock y todas las patochadas que protagoniza.
Lo peor: el escaso nivel de la cinta.