Siempre he pensado que en las primeras obras de los artistas es donde mejor se puede ver definida su esencia. Esas primeras obras concebidas sin miedo al fracaso o sin necesidad de agradar a todo el mundo esconden en la mayoría de las ocasiones lo mejor que alguien puede ofrecer al resto del mundo. Esto se debe a que es en ellas donde los artistas aún son relativamente libres de caer bajo trampa o el influjo de la crítica y el halago dejándose moldear por ellos.


Alex de la lglesia es uno de los pocos cineastas españoles que ha sabido crear un estilo propio y un sello identificativo que diferencia sus obras de otras y las hace destacar. Sin embargo, su estilo ha cambiado mucho a lo largo de los años. En algunas ocasiones se ha desviado un poco de este camino que el mismo había establecido tan brillantemente y ha tomado atajos nada acertados buscando atraer a un público cada vez más amplio, lo que le ha llevado a alejarse de su esencia y a dejar de hacer un cine tan característico y personal. De este modo, algunas de sus obras más recientes son una muestra de su intento frustrado por atraer a las masas. Ejemplo de ello son cintas como ‘’Veneciafrenia’’, el remake ‘’Perfectos desconocidos’’, ‘’Mi gran noche’’ o ‘’Los crímenes de Oxford’’.


Dicho esto, tengo que añadir que ‘’Muertos de risa’’ no se encuentra incluida en está categoría sino que ha pasado a formar parte de sus primeras obras (esas que definieron su estilo y presentan todas las características de su cine). Por ello, no estamos hablando de una obra menor como las citadas sino de una de sus grandes películas. En el guion conto con la ayuda de Jorge Guerricaechevarría (su guionista habitual y junto al que concebiría sus mejores películas y series). Ambos nos presentan la historia de dos cómicos unidos por un fatídico encuentro que buscan abrirse camino en el complicado mundo del espectáculo. Ellos son Nino y Bruno. El primero se ganaba la vida imitando a su ídolo (Nino Bravo) mientras cantaba en bares de mala muerte. El segundo se dedicaba a la hostelería y trabajaba como camarero. Los dos se conocen en un bar en los años 70 y comienzan de forma fortuita una incierta relación de amistad que más tarde se convierte en algo muy diferente.


Sería injusto decir que la historia es una comedía solo porque consigue arrancarte un par de carcajadas contadas durante su recorrido. También sería erróneo definirla como un drama pues aunque el drama está presente en gran parte de la cinta no es una historia dramática como tal ni tiene la profundidad o el calado que debe presentar todo drama. ‘’Muertos de risa’’ es una historia autobiográfica que recorre la historia de España desde los años 70 a los años 90 (pasando por la última etapa del franquismo, la transición, el aperturismo, el boom de la televisión, el mundo del espectáculo y la democracia) tomándose su tiempo para señalar todos y cada uno de los acontecimientos importantes que marcaron la historia de nuestro país. Y en esta historia donde el humor es negrísimo y la mala baba está presente desde el primer hasta el último minuto, es donde ubicamos la esperpéntica relación de Nino y Bruno (dos hombres condenados a odiarse para poder triunfar en la vida).


Decía que no estamos ante una comedia al uso porque la cinta de Alex de la Iglesia está llena de reflexiones y de indirectas que lo satirizan absolutamente todo y a todos. La crítica social se encuentra muy presente y no deja títere con cabeza. Para empezar, la historia es ante todo una crítica hacia la condición humana y la crueldad de la que disfrutamos a diario en nuestros televisores y fuera de ellos. Alex nos dice que somos mayoritariamente malvados, envidiosos y extremadamente crueles con el prójimo. Recalca constantemente como disfrutamos de la desgracia ajena y como nos divierte la violencia. Nino y Bruno llegan a hacerse famosos debido al pánico escénico de Nino que cuando está ante una gran multitud y debe dirigirse a la cámara se queda completamente bloqueado y con el rostro congelado. Buscando atraer la risa fácil, Bruno le da su primera bofetada y es justo esta gracieta sin gracia alguna ni humor inteligente destacable, la que los hace triunfar y convertirse en algo viral. El vulgo disfruta viendo como alguien da bofetadas y como alguien las recibe con cara de tonto. Y no solo eso, ellos mismos cumplen la fantasía de darle a su ‘’ídolo’’ bofetadas en varias escenas. De este modo se critica la naturaleza humana y el mundo del espectáculo.


Y esta crítica tan despiadada acaba por unirse a otra que tiene que ver con la personalidad de los dos protagonistas. Ambos son dos desgraciados que se ganan la vida puteando a su compañero y ni siquiera son conscientes de que su éxito se basa en la propia desgracia y humillación que se llevan infligiendo así mismos durante 20 largos años.


Nino y Bruno se pasan la vida propinando bofetadas y recibiéndolas, puteandose cada vez a un nivel más exagerado (desde los celos y la envidia hasta la locura absoluta) y alimentando su odio por el otro. En un primer momento, queda muy claro quién es el triunfador y quién el fracasado pero a medida que transcurre la cinta ambas figuras se difuminan y se transforman en una sola (propia e indivisible).Ya no se sabe cuál es el perdedor y cuál es el triunfador. No nos es posible diferenciarlos. No logramos averiguar quién pegará la próxima bofetada y quien la recibirá.


Esa animadversión que se manifiesta constantemente en la cinta nos da una lección de cómo el odio puede llegar a convertirse en un sentimiento muchísimo más profundo, arraigado, intenso y duradero que el amor. Nino y Bruno solo encuentran la felicidad haciendo daño al otro y resisten los embistes de la vida con el propósito de dejar que el otro quede más maltrecho.


Sigo en spoiler por falta de espacio.