Cambiar no es cuestión de edad ni de tiempo, es cuestión de voluntad. Incluso el día antes de morir se puede ser diferente, nunca es tarde para enmendar los errores. El pasado no es agradable de contemplar, el presente es etéreo y el futuro, una quimera. En esta fábula, la generosidad proporciona más felicidad que la avaricia; la ignorancia y la ambición enriquecen el bolsillo pero empobrecen el alma; la confianza vence al miedo y el altruismo al orgullo. Salvo que vivamos en una comuna, todo gira en torno al dinero. Hay que gastarlo para que la rueda capitalista siga girando, para que se curen las enfermedades y sonrían los humanos sin techo. El dinero no da la felicidad... cuando no se tiene el suficiente, y aunque no lo merezcamos, no podemos evitar ser felices de vez en cuando.