La más resplandeciente joya de un director que no anda precisamente escaso de ellas. Se trata de un turbio thriller de ambiente noir y escabrosas implicaciones psicoanalíticas (tan en boga en el Hollywood de la época), que adapta la mítica del doppelgänger a un sombrío marco urbano. El conjunto trasciende de largo el ejercicio de intriga bien resuelto. La interpretación de Olivia de Havilland, por otra parte, es extraordinaria.