Recuerdo esperar con impaciencia el estreno de la tercera parte de la Jungla de cristal porque las dos primeras me encantaron. Sin embargo, la decepción que me lleve con ésta fue tal, que no la he vuelto a ver desde entonces. Bruce Willis más desaliñado que nunca, vuelve a meterse en la piel de John McClane, que ayudado por un electricista de Harlem, Samuel L. Jackson, tendrá que lidiar con el hermano de Hans Gruber interpretado por Jeremy Irons. Los tres se pasan toda la película jugando al estúpido juego de Simon dice. Tanto Willis como Jackson están a merced de los caprichos de Irons, que les hace recorrer todo Nueva York resolviendo acertijos para evitar el estallido de las bombas que ha colocado por toda la ciudad.

La película no me gustó porque en primer lugar, la excusa de la venganza del hermano del malo de la primera parte está muy manida. Las escenas de acción son excesivamente exageradas, como la de la persecución en coche o los numeritos circenses de McClane en el metro. Al final no queda claro qué pasa con los hombres de Irons cuando se enfrentan con la policía. Y los rompecabezas que se traen con el dichoso Simon dice, son aburridos y carecen de emoción.

En suma, La jungla III es un decepcionante filme de acción muy inferior a sus predecesoras que aún así tuvo mucho éxito.