Trepidante cuarta entrega de la franquicia Misión imposible en la que Hunt y su equipo deberán resolver una misión rizando el rizo de lo imposible. Un fanático terrorista desea iniciar una guerra nuclear provocando el enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia. Filmada en exóticos parajes como la espectacular Torre de Dubai Burj Khalifa, la más alta del mundo donde tiene lugar una emocionante secuencia con Tom Cruise escalando el edificio, el Kremlin de Moscú o Bombay, la película es una mezcla entre Jason Bourne y James Bond pero más ficticia. No importa que sus escenas sean inverosímiles su espectacularidad las compensa.

Son dos horas de acción sin descanso con un montaje dinámico que impide que despegues los ojos de la pantalla con una trama fácil de seguir, no como la de la primera parte, unos actores entregados y unos vistosos efectos visuales. El guión de Christopher McQuarrie (Sospechosos Habituales) ofrece la posibilidad de lucimiento no sólo de su estrella protagonista, que es quien la produce y a la que se le nota mayorcito, sino también del resto del reparto en el que destaca un actor en proyección como es Jeremy Renner, el simpático Simo Pegg que aporta la nota cómica a la función y las breves apariciones sin acreditar de Tom Wilkinson y Ving Rhames. Lo peor es que todo sucede tan rápido que se olvida fácilmente.