El lobo de Wall Street es un retrato exagerado de los yuppies estadounidenses en los ochenta. La historia abarca unos diez años, desde 1987 hasta finales de los noventa. DiCaprio interpreta a un joven y ambicioso corredor de bolsa que después del crack del 87 se queda en la calle a dos velas. Sin embargo vuelve a empezar desde abajo en una humilde empresa que vende acciones de empresas mediocres a precios irrisorios. Pronto comienza a triunfar y monta su propia empresa llamando a sus antiguos socios en Wall Street con los que irá medrando vendiendo "basura" tanto a clientes del montón como a grandes fortunas a cambio de suculentas comisiones. Su ambición no tiene límites y su empresa se expande rápidamente volviendo a Wall Street por la puerta grande. El dinero le hace perder la cabeza, se vuelve drogadicto, se divorcia y despilfarra su fortuna a manos llenas, pronto el FBI empezará investigar sus actividades al sospechar que está cometiendo fraude.

El veterano Martin Scorsese dirige esta excesiva cinta basada en la vida de Jordan Belfort sobre su ascensión y caída en Wall Street. Aunque tenga un ritmo endiablado y el montaje dinámico de su editora habitual Thelma Schoonmaker, tres horas se me antoja excesivo para una historia como ésta. Scorsese se recrea en exceso en las fiestas y juergas que se corren los crápulas protagonistas. Lo que al principio puede resultar gracioso y divertido a la vez que grosero pronto se torna grotesco y dramático cuando empiezan a llegar los problemas.

Leonardo DiCaprio nos brinda una de sus mejores interpretaciones hasta la fecha al igual que sus compañeros de correrías, tipos sin escrúpulos que producen verdadero asco por su detestable comportamiento y su repulsivo físico. Mención a parte merece la aparición estelar de Matthew McConaughey en un corto pero recordado papel.