Debut de Mike Figgis en el cine no sólo como director sino también como guionista y compositor. Se trata de una historia de cine negro inglés ambientada en Newcastle en la que un poderoso gángster pretende blanquear su dinero con un negocio inmobiliario para lo cual deberá persuadir al dueño de un club de jazz para que le venda el local y tenga vía libre para realizar su proyecto.

Lo más destacado del film es su competente reparto. Por un lado la pareja de intérpretes encarnados por un jovencísimo Sean Bean y Melanie Griffith cuando estaba en la cima de su carrera. El duro Tommy Lee Jones que interpreta al malo de la función y un correcto Sting en el que probablemente sea uno de sus mejores trabajos dentro de su mediocre carrera cinematográfica y que además también participa en la banda sonora como haría unos años después en la obra más conocida de su director Leaving Las Vegas.

Destaca también la banda sonora puramente jazzística y la suntuosa fotografía del experto camarógrafo Roger Deakins. La historia en si no vale gran cosa pero se deja ver por su calidad técnica y artística.