Perdita Durango supuso el salto al cine en inglés de Álex de la Iglesia con la adaptación de la novela homónima escrita por Barry Gilfford. Argumentalmente es muy similar a la otra famosa novela de su autor también adaptada al cine, esta vez por David Lynch y su Corazón salvaje. Se trata de las violentas y sangrientas aventuras de una pareja de psicópatas obsesionados con el vudú y el ocultismo que se ganan la vida asaltando bancos a lo Bonnie and Clyde para después organizar macabros ritos satánicos.

La trama es tan alocada y exagerada que no te la puedes tomar muy en serio, quizá Tarantino la haría más resultona con un ritmo más pausado y mejores diálogos y hablaríamos de una obra maestra. De la Iglesia por el contrario se queda en lo superficial, rueda con buen ritmo e incluye su característico humor negro pero al final tienes la sensación de que es una obra entretenida pero que no queda grabada a fuego en tu mente.

Se deja ver, sobre todo, por el trabajo de su pareja protagonista, en especial un convincente Bardem pasado de vueltas acompañado del morboso atractivo de Rosie Pérez, y unos secundarios interesantes como James Gandolfini antes de convertirse en Tony Soprano y el niño prodigio de los ochenta, Harley Cross ya adulto, visto en títulos como La sombra del testigo, Los creyentes, La mosca II, o El niño que gritó puta, entre otras.