Después de fracasar con Entre el cielo y la tierra, película que cerraba su trilogía sobre la guerra de Vietnam, Oliver Stone dilapidó todo su crédito con esta lamentable chorrada basada en una historia de Quentin Tarantino que despreció la adaptación que hizo Stone. Harrelson y Lewis son una pareja de criminales psicópatas que riegan de cadáveres los pueblos de la américa profunda hasta que son capturados por un policía pervertido tan loco como ellos. Ya en prisión el alcaide accede a que la prensa filme un documental sobre los populares asesinos. En un descuido y tras provocar la mecha de un botín la pareja escapa con un periodista como rehén.

Asesinos natos es un experimento fallido que busca sin conseguirlo la complicidad del desconcertado espectador. Toda una ensalada de violencia gratuita, histrionismo, tiros y gritos por doquier que se hacen insoportables. La película supone una crítica al sensacionalismo televisivo y a la prensa amarilla que encumbra a la gentuza y le ríe las gracias para generar morbo y atraer audiencias masivas. La estética y la manera de contar una historia ya vista es lo único original del film aunque después de las dos horas que dura la cinta resulta algo cargante. Lo único que destaco de toda esta empanada pretenciosa son las canciones de la banda sonora, el resto es desechable.

Esta moderna pareja de asesinos al estilo de Bonnie and Clyde fue vapuleada por la crítica y no convenció a nadie estrellándose en taquilla como merecía. Lo malo es que la ves veinte años después y te sigue pareciendo la misma mierda.