Está considerada como una de las mejores películas de todos los tiempos, una de las que mejor retrata el mundo dentro del cine y sin embargo no me ha parecido tan memorable como dicen.

Kirk Douglas consiguió una de las pocas nominaciones al oscar que tuvo a lo largo de su dilatada carrera. Y cierto que está pletórico, en aquella época vivía un momento dulce en plena ascensión a la fama. Aquí encarna a un maquiavélico productor de cine sin escrúpulos que está dispuesto a hacer lo que sea con tal de salirse con la suya. Después de arruinarse y con el orgullo herido tratará de demostrar a todos que es capaz de volver a la cima. Para ello se vale de tres personas a las que acaba traicionando pero consigue su objetivo y ellas a pesar de aborrecerle terminan admitiendo que después de todo el hombre tenía talento.

Se deja ver con interés al mostrar cómo se hacían las películas allá por los cincuenta, esto es, productores obsesionados por la rentabilidad de los proyectos sin importarles la calidad de las obras, personas dispuestas a todo con tal de triunfar, gente que termina sucumbiendo a las tentaciones de Hollywood, traiciones entre compañeros y amigos, caídas y ascensiones, etcétera. En definitiva una buena película pero no sobresaliente.