Una de las películas más carismáticas de su autor. Tiene muchos alicientes: En primer lugar, Robert De Niro, que interpreta magistralmente a un taxista con insomnio que acepta el turno de noche para distraerse. Con su actuación consigue transmitir verosimilitud bordando un personaje autodestructivo, trastornado y violento que llevará a cabo su sanguinaria venganza contra una sociedad podrida que le repugna. Incapaz de adaptarse y relacionarse, encontrando sólo hostilidad y rechazo, irá forjando poco a poco una mentalidad paranoica que le llevará a la destrucción. Un hombre veterano de guerra al que la soledad aplasta, unido a un desengaño amoroso y a los sórdidos ambientes en los que trabaja, acaba por erigirse en una especie de ángel vengador de imprevisibles consecuencias.

La genuina dirección de Martin Scorsese que coloca la cámara en el lugar exacto para observar con precisión lo que nos cuenta. La imagen colorista de la ciudad de Nueva York es de gran belleza y contrasta con la sordidez de lo que vemos. Un submundo de gentuza que el director retrata a la perfección. El clímax final es otro de los puntos más recordados del film, en el que la violencia estalla con toda su fuerza y es mostrada sin miramientos.

La banda sonora de Bernard Herrman, nominada al Oscar y la última que compondría, es inolvidable. Una música preciosa que acompaña a nuestro antihéroe y que ayuda a reforzar los pasajes más impactantes.

El guión de Paul Schrader, basado en algunas de sus tortuosas experiencias, es impredecible.

También resaltaría el gran trabajo de Jodie Foster, que con trece años demostró una madurez impropia para su edad, interpretando el papel de una joven e inocente prostituta con gran convicción. Obtuvo el reconocimiento de la crítica por este papel con su primera nominación al Oscar.

En su momento Rocky se llevó el galardón a la mejor película del año. Es más entretenida y amable y la Academia decidió recompensarla con la estatuilla. Quizá entendieron que Taxi driver se recreaba en exceso en la mugre y pintaba un panorama desolador y excesivamente pesimista.