Cada vez que la veo me gusta más. La mejor película de Sam Peckinpah no la más taquillera ni la más conocida. Única incursión en el género bélico ambientada en el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial. Aporta la novedad de estar contada desde el punto de vista del bando alemán. Un poderoso reparto interpreta a unos personajes complejos, ricos y variados.

Por un lado tenemos a James Coburn que interpreta al protagonista del film el sargento Steiner. Un soldado profesional y eficiente que desprecia la causa por la que combate y lucha por sobrevivir junto a su pelotón. La antítesis está encarnada por Maximilian Schell, un noble prusiano con un código de valores ridículo y desfasado que trata de lograr a toda costa la cruz de hierro para salvaguardar su honor y presentarse ante los suyos como un héroe. James Mason un veterano coronel competente, desencantado de la guerra y que asume la derrota de los suyos. David Warner un oficial también desilusionado y buena persona cuya vida es salvada por Mason cuando el ataque ruso es inminente y definitivo. En un intento de que sobrevivan hombres capaces e inteligentes para reconstruir la nueva Alemania. Todos ellos tienen en común su total rechazo del nazismo. En la película aparecen representadas las diversas formas de pensar del ejército alemán incluída también la de un soldado nazi.

Escenas de acción a cámara lenta con altas dosis de violencia marca de la casa. Montaje frenético y un sólido guión que no sólo cuenta una historia sino que sobre todo da que pensar a través de sus personajes. La nobleza de Steiner frente a la cobardía de Stransky y los motivos y consecuencias de una guerra absurda e injustificable. Personajes como Steiner son los que de alguna manera exculpan a gran parte de los alemanes del sanguinario conflicto.