En plena tarantinomanía sus guiones se vendían como churros a las productoras. Amor a quemarropa fue dirigido por Tony Scott y cuenta la historia de un fanático de los cómics y de Elvis, que recibe un regalo muy especial el día de su cumpleaños una joven prostituta de buen corazón. Se enamoran y él decide liberarla de su chulo, un irreconocible Gary Oldman. Después de freirlo a balazos le roba un maletín lleno de coca y se largan a Hollywood a vendérsela a un productor de cine. Pero la mafia les pisa los talones y acabará dando con ellos. El clímax final tiene lugar en la habitación de un hotel con un violento tiroteo entre la policía, la mafia, los secuaces del productor de cine y el protagonista.

Cuando la vi por primera vez me llamó mucho la atención. Me impactaron sus violentas escenas y salvajes tiroteos. Sin embargo, viéndola con la perspectiva de los años creo que es demasiado artificiosa. El mismo tiroteo final está filmado a cámara lenta al más puro estilo efectista que caracteriza a su director, el irregular Tony Scott. Tarantino le criticó duramente por ello y quedó muy decepcionado con el resultado de su trabajo.

De la película salvo varias cosas. En primer lugar su reparto. Creo que todos los actores que trabajan en ella son conocidos. Hay secuencias imborrables, de entre todas destaco la hilarante conversación que mantienen Dennis Hopper y Christopher Walken acerca de los antepasados moros de los italianos. La violenta pelea entre Patricia Arquette y James Gandolfini sorprende por su crudeza. Y el tiroteo entre Slater, Gary Oldman y sus esbirros también impacta. Asimismo la banda sonora de Hans Zimmer es digna de mención.