Haz click aquí para copiar la URL
Voto de David Manuel:
10
Drama Antonio Salieri es el músico más destacado de la corte del Emperador José II de Austria. Entregado completamente a la música, le promete a Dios humildad y castidad si, a cambio, conserva sus extraordinarias dotes musicales. Pero, después de la llegada a la corte de un joven llamado Wolfang Amadeus Mozart, Salieri queda relegado a un segundo plano. Enfurecido por la pérdida de protagonismo, hará todo lo posible para arruinar la carrera ... [+]
7 de febrero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Afuera nieva. El teatro está vacío. Hace tiempo que la obra se estrenó, pero seré beneficiado con un pase exclusivo. ¿Qué esperar? ¿Qué me encontraré? La noche huele a buena música, el silencio augura momento para el recuerdo... ¡Callemos! Las luces se atenúan y la obra va a comenzar.

El tenor rompe el silencio estridente, ronco, sólo. Su figura abarca todo el escenario. Su dolor rebosa el teatro. Su lamento duele en el corazón porque sus sentimientos no nos son ajenos: rencor, ira, envidia. Pero también amor, admiración, culto... ¿Cómo es posible? ¿Qué terrible historia esconden las frases solitarias que marcan estos primeros compases de duelo?

Entra la orquesta. Do mayor. Los violines nos introducen el tema principal, armónico, católico, sin fisuras llegando a lo forzado. Dominantes y tónicas se suceden en compases binarios mostrándonos la vida de un hombre corriente, trabajador y ambicioso; y su medrar hasta una cima mediocre.
Entonces entra en escena el segundo tenor. Éste no se parece nada al primero. Trae consigo dominantes secundarias y séptimas disminuídas. Es descarnado hasta lo salvaje, sutil hasta lo incomprendido, satírico hasta lo grosero. Su apariencia es vulgar, pero su música no lo es. Es un torrente de notas que se escuchan con el corazón y eclipsan todo lo demás.

Ambas voces entablan combate singular. Es un duelo de titanes que ilustra el choque de lo humano y lo divino, del genio contra el mediocre. Se rompen las barreras del género cinematográfico, se mezcla la realidad y la leyenda desdibujándose la línea que las separa. Se escandalizan historiadores y se sacan los colores a los puristas. La tonalidad se ha perdido. El arte total de Wagner ha llegado. El cine y la música forman una sóla carne.

Se suceden los actos y los temas. El segundo tenor está a otro nivel, pero el primero tiene a toda la orquesta de su lado. Las últimas progresiones anuncian la victoria del hombre sobre el genio. Y entonces sucede la magia.
El segundo tenor, derrotado, engañado y malherido nos regala una última aria. Un epitafio al mundo que no le mereció. Un canto que traspasa la pantalla y toca en el alma. Una música que me hizo amar a ese compositor como a ningún otro antes. Finalmente el genio ha vencido.

El primer tenor queda sólo en el escenario, pero los ecos celestiales del segundo no han dejado de oírse. La música de la obertura vuelve, pero ya conocemos su terrible verdad. El tenor corre de un lado para otro desquiciado, consciente de haber desechado la piedra angular. El telón cae y el silencio recupera su legítimo trono.

Consiente de haber presenciado CINE me recuestro tranquilo en la butaca. Ya es noche cerrada. Afuera nieva, el teatro está vacío.

Me ajusto al bufanda, me abrocho el abrigo y salgo del teatro. Leo restos de críticas vetustas hechas jirones en la basura del tiempo. "Un biopic debe estar escrito en italiano" , "No es un libreto realista para la ópera" , "Tiene demasiadas notas"...
Mediocres del mundo mundo, yo también os absuelvo.
David Manuel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow