Todos los que crecimos de los años 80 del siglo XX en adelante nos hemos educado con los Slasher, un subgénero que aparece y desaparece en función del mercado y que, sin embargo es un valor seguro cuando está bien hecho y es capaz de resultar fresco aunque sus reglas estén tan usadas que han perdido el color.

Y eso es lo que ocurre en Horrorland: no hay color.

Ha pasado un año desde el maldito Halloween en el que Fiona se llevó a su amiga Petra a la fiesta en aquella casa y todo acabó fatal.

Ahora Fiona trabaja en un inmenso parque de atracciones y justo la noche antes de Halloween le toca llevar de gira por el parque a los ganadores de un concurso VIP. Estos son, nada más y nada menos, los que metieron en líos a Petra pero, ¡Cuidado!, entre las atracciones se mueve una sombra con intenciones perversas y un hacha entre las manos. Igual esta noche en el parque de atracciones los gritos serán de agonía y terror.

Horrorland se suma a la lista de slashers provenientes de Suecia con una generación de directores que han mamado tantas películas de asesinos en serie que se creen/piensan ser capaces de llevar uno adelante, pero en el caso de Simon Sandquist, se olvida de una regla principal de este subgénero: las muertes deben doler, ser horribles o causar aprensión ya que es lo único que diferenciara este slasher de otros es que haya alguna muerte que se quede en la memoria del espectador. Ignoro si este fail de Horrorland se debe a la búsqueda de un amplio target y, por tanto, la muertes son poco trabajadas y la sangre – aunque tiene buen color en pantalla – no incomoda al espectador que ve caer a los protagonistas uno tras otro, sin preocuparse lo más mínimo ya que la identidad del serial killer resulta demasiado obvia antes del ecuador de la película. Simon Sandquist es incapaz de imprimir ritmo propio a Horrorland y usa/abusa de una música machacona para marcar el tono de las secuencia, aparte de algunos jumpscares bastante innecesarios.

Aunque igual el fallo viene de antes, del guion coescrito de Marten Gisby, Filip Hammarstrom y Henry Stemberg, da la impresión de estar reescrito ya que a veces se habla de “hace años” cuanto realmente solo han pasado 365 días desde la tragedia, y uno no entiende la relación entre la protagonista y la extraña Petra, el motor de este slasher, ya que no hay justificación a que fueran amigas cuando Petra era alguien tan desconocido; todo lo anterior se obviaría si tuviéramos unos actores que pudieran interpretar personajes con cierta entidad, pero el nivel de actuación es bastante bajo y los personajes son básicos: la traumada (encima Wilma Lidén es la peor actuación), el chaval majete, la ex mejor amiga de la traumada, el chuleta que bebe todo el rato, la novia del chuleta que es bastante chunga, y el sujetavelas que va sin pareja.

Horrorland debería haber sido una montaña rusa endiablada, con loops que te ponen el pelo de punta, pero solo llega a ser un paseo en el Carrusel de los niños, algo que gira con música y tiene luces desde que se pone en marcha hasta que se acaba.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/horrorland-review.html