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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
9
Drama. Musical "La flor" se divide en seis episodios separados, conectados solo por una aparición en pantalla de Llinás explicando la estructura de la película. Los primeros cuatro episodios tienen el comienzo de una historia pero terminan "in medias res". El quinto episodio es el único que procede de principio a fin, y el último episodio acaba de concluir una de las historias.
25 de julio de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos apuntes sobre La Flor (2018), la colosal película argentina de 13 horas y media de duración dirigida por Mariano Llinás y protagonizada por el colectivo teatral Piel de Lava.

Por Nicolás Bianchi

Alguna vez alguien escribirá un libro sobre La Flor para tratar de abarcar todos los sentidos y las experiencias que propone una película enorme, que llevó diez años de trabajo y cuenta con un trabajo fotográfico, de guión, musical y cinematográfico que resulta imposible de analizar por completo en unas cuantas líneas. Lo único que resulta viable es, ante tan generosa producción, resumir y resaltar algunos puntos salientes tras una primera vista del film.

Qué es. La película cuenta con seis episodios que cuentan historias diferentes y además algunos inserts en los que Llinás describe el film, o nos señala por qué parte vamos, o nos indica que ya no falta tanto para que termine. A su vez, según presenta el director, cada capítulo tiene su género. Las primeras cuatro historias empiezan pero no terminan, advierte, aunque en verdad de alguna manera concluyen. La quinta empieza y termina, y la última arranca empezada y cierra todo el film. Cada una tiene un género distinto. Hay ciencia ficción con algo de terror, musical, una de espías, comedia y más ciencia ficción y dos tramos finales en los que se recuperan formas arcaicas de hacer cine. Los episodios se podrían ver por separado, como si fueran películas individuales, pero gran parte de la experiencia tiene que ver con la acumulación, con que todo eso junto sea una única y gigante película.

Las chicas. El grupo teatral Piel de Lava, compuesto por Pilar Gamboa, Valeria Correa, Elisa Carricajo y Laura Paredes, protagoniza el film. La película es sobre ellas y para ellas dice Llinás en la introducción, y luego cumple con sus palabras. Las chicas hacen de espías, de asesinas, de investigadoras, de todos los papeles posibles que en otros tiempos estuvieron reservados exclusivamente para hombres. Se las muestra inteligentes, astutas, violentas y frías cuando es necesario. La cámara las enaltece y las destaca. Siempre están por encima de una galería de personajes varones muchas veces detestables, otras tantas débiles, en todo caso siempre menores ante ellas. Brillan hasta cuando están ausentes, se escucha en algún momento de la película, y es cierto.

Sobre qué es. La Flor es un gigantesco ejercicio narrativo donde el punto de partida y el final no son tan importantes. Llinás sostiene el estilo desbordante que había mostrado en Historias Extraordinarias (2008). Los capítulos de la película se pierden en historias derivadas de personajes supuestamente secundarios o en autores o personajes de libros que pueden aparecer en el film. El relato se puede mover lateralmente entre distintos personajes, hacia atrás o hacia adelante en el tiempo. ¿Cómo termina Las mil y una noches? ¿Cuánto importa eso en comparación con todo lo otro? Lo mismo se aplica para La Flor y sus historias. No importa tanto cómo concluyen, a dónde llegan sino cómo lo hacen. Cada una pinta un mundo, y eso es lo más importante.

Belleza. Dentro del cómo, además de lo narrativo, en La Flor resulta destacable la estética de su disposición. No parece haber una toma que no haya sido meticulosamente pensada y diseñada. Cada cuadro de la película luce inmejorable. Desde las secuencias que preceden a las presentaciones de Llinás, que suceden en un parador del ACA en una ruta bonaerense cualquiera, hasta árboles en floración y mil tomas de las chicas en sus distintos personajes, todo está envuelto de una belleza sobresaliente. La Flor llena los ojos.

De acá para el mundo. En un ejercicio poco frecuente para el cine argentino La Flor se presenta como una película distinta porque está hablada, además de en castellano, en catalán, inglés, francés, sueco, ruso y quizás algún idioma más. El tercer episodio, la película de espías, tiene escenas en distintos países de Europa, se recrea el Muro de Berlín, hay alguien que interpreta a Margaret Thatcher y se cuentan historias de guerrilleros y complots internacionales. En el cuarto episodio hay una secuencia que transcurre en la modernidad, con sus atuendos y pelucas característicos. Se trata de territorios muy poco explorados por el cine local, en los que Llinás opera prácticamente como un desmalezador.

Fragmentos. En el recuerdo de a poco se asienta un primer episodio sobrio en el que los rostros de las protagonistas se comienzan a grabar, una canción del musical segundo capítulo que es cantada con odio y rabia, un hombre capturado que mira otro atardecer en la ruta y por las estrellas descubre dónde se encuentra en la historia de las espías, las imágenes de árboles más lindas que se hayan filmado alguna vez en el episodio que no se sabe muy bien sobre qué se trata, los aviones danzando en el anteúltimo capítulo y los cuerpos embarazados de las chicas en el final, que resultan deslumbrantes, una vez más.
El Golo Cine
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