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Voto de Federico_Casado:
9
Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
24 de enero de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarantino ha hecho con esta película lo que ha estado deseando toda su vida, es decir, hacer un western. O mejor dicho, ha hecho un western puro, porque todas sus películas, desde "Rerservoir Dogs" hasta "Malditos bastardos", pasando por todos su guiones, desde "Amor a Quemarropa" a "Asesinos Natos", eran también westerns. La otra cosa fue hacer una película de Kung Fu, pero esa ya lo hizo con "Kill Bill", aunque también fuera un western. Todo el singular universo de este inclasificable realizador, que tiene influencias tan dispares como las películas de artes marciales, el spaghetti western (sobre todo Sergio Leone), las películas "exploitation" de los 70, el rock & roll o los cómics de superhéroes, están presentes. Todas y cada una de esas bizarras claves que han creado un nuevo lenguaje ahora se amoldan para contar una serie de secuencias antológicas que conforman un extraño puzzle que aunque no termine de encajar bien, resulta de lo más estimulante. O sea, como todas las películas de Tarantino.

De acuerdo que hay veces que el producto final queda un poco deslabazado, con las costuras algo flojas pero ¿a quién le importa? Las situaciones planteadas, los personajes esbozados y la resolución de las mismas son tan alucinantes, tan chulos, tan "cool", que da lo mismo. Tarantino ha seguido la máxima Kubrickiana de hacer seis o siete secuencias potentes y lo demás se rellenará fácilmente, claro que salvando las distancias porque Quentin no tiene la exquisita caligrafía de Kubrick a la hora de dar homogeneidad a una película. Pero lo intenta, y la mayoría de las veces le sale bien.
Tarantino ha desarrollado un lenguaje propio que no se amolda a nada, y que es como la obra de Botero o un plato de lentejas: o te gusta, o no te gusta. Pero no solo eso, sino que además ha logrado poner este lenguaje de moda, hacer que siempre esté a la vanguardia de todo lo demás, ya que este cóctel le ha hecho ser el más moderno entre los modernos, pasándose por el forro cualquier convención cinematográfica establecida hasta ahora en ningún género. Precisamente esa anarquía creativa es la que le da a Tarantino esta hipnótica idiosincrasia que te cautiva desde el minuto uno.

Sitúate en el sur de Norteamérica, dos años antes de la Guerra Civil. O sea, que la esclavitud es un hecho no solo practicado, sino completamente corriente, normal, cotidiano y hasta incluso respetado. Bueno, pues en ese contexto imagínate a un cazarrecompensas...¡negro! Si, como suena: un pistolero en busca de justicia, que cobra por matar delincuentes, pero del color del azabache. Y no un cualquier pistolero, sino el más rápido que existe, el más chulo, el más pendenciero, el más listo. El más, vamos. De entrada, ya se nos rompen los esquemas, pero es que si en esta particular historia quijotesca, situamos a su compañero como un dentista alemán reciclado en cazarrecompensas y con una concepción inocentemente romántica de la vida -a pesar de su trabajo-... ya es rizar el rizo con tirabuzón. Sumemos a ello la búsqueda de la esposa del pistolero negro, que sigue de esclava, y para colmo, un abyecto terrateniente capaz de las mayores salvajadas contra los seres humanos (que son negros, claro) sencillamente para alegrarse la tarde de cualquier día de la semana. Vaya mescolanza. Pues todo esto y más.
(SIGUE EN SPOILER SIN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Federico_Casado
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