León ha convertido a su madre en la gran matriarca de una familia, la estrella de un show propio, que perfectamente podría trasladarse a un reality televisivo, o en el formato que quisiéramos. El pulso a la vida misma, al compás del flamenco y siempre con una luz de esperanza que siempre se ve a pesar de los muchos problemas que puedan empañar no ya la felicidad, sino la simple tranquilidad de los protagonistas (demasiados kilos, demasiado tabaco, robos, problemas económicos, problemas laborales, problemas familiares...). Un verdadero "tour-de-force" que te deja literalmente pegado en el asiento, y que no te deja mover los ojos de la pantalla hasta que la resolución torna todo el producto en una encantadora y agridulce postal costumbrista que resulta como un bálsamo para el bocado de realidad que te da todo el film.

Cinematográficamente hablando, León ha dominado el falso documental de principio a fin, utilizando muchas claves de lo más cercano para pivotar un compendio de emociones bien calculadas, a fin de generar empatía hacia todos los personajes. El montaje y la realización son realmente ejemplares, donde es de justicia destacar la fotografía de Juan González Guerrero, que logra con planos de cámara al hombro ese toque documental que le va a la historia como anillo al dedo. Igual que hablaba anteriormente de los intertítulos y el formato visual "moderno" en películas como "Los niños salvajes", aduciendo que no servían para nada, en "Carmina o revienta" no solo son ideales, sino que resultan necesarios y encajan a la perfección en la narrativa y tono de la historia. Pony Bravo recrea las espléndidas imágenes con una banda sonora potente, remachada con una versión semiflamenca del "I will survive" de Gloria Gaynor.
Sería injusto olvidar, además de Carmina, a María León, hermana del realizador e hija de la protagonista, que también borda el papel, así como Paco Casaus, el desastrado marido de la protagonista.

Ha sido éste un debut por la puerta grande, dejando claro que Paco León va muchísimo más allá de los que todos esperan (o esperaban) de él, y dando una lección magistral de cómo hacer cine low-cost, ajustándose además a la realidad de la industria audiovisual REAL, la que está en la calle y la que consume productos. No los exhibidores/distribuidores que intentan que "todo siga igual", sino de los que consumen más ficción audiovisual que nunca. González Macho, actual presidente de la Academia de Cine español dijo que en internet no está el negocio del cine... Alex de la Iglesia dijo que no teníamos oferta legal para que la gente lo consumiera. Creo que el segundo destapó en su día lo que podría ser el futuro (si no ya, el presente) del cine español (y del mundial...) y Paco León se ha subido a ese carro. Bien por él, y bien por haber hecho una brillante película, llena de sentimiento, reflexión y humor. Ahora sí, ÓLE AHÍ EL TIO.