Me chiflan estas movies de historias cruzadas, porque es una fórmula que suele dar buen resultado.
El mundo es un pañuelo, bastante usado, por cierto, y siempre siempre siempre nos cruzamos entre nosotros, los humanos... y los inhumanos. Que nos crucemos a lo largo de la vida no tiene nada de particular. Estoy seguro de que esa mujer llamada X, la que también va a comprar el pan al Mercadona a la misma hora que yo, tiene un pariente que tiene un amigo que alguna vez ha trabajado en el mismo polígono industrial en el que yo trabajo. La señora X parece tener la misma edad que yo, y tratándose mi ciudad de un pueblo grande o de una urbe pequeña, es probable que hace 35 años coincidiéramos en la misma discoteca. En fin...
Lanzarse a rodar una Historias Cruzadas requiere más atrevimiento, menos dulzura, más pesimismo. Y no me refiero a que uno de los personajes de una de las historias se convierta en zombie y se coma a otro personaje de otra historia (no estaría mal, ¿eh, Dany Boyle?). Me refiero a que, una vez has desnudado a los personajes, por lo menos que se bañen, y cuanto más fría esté el agua mejor.
La película, que por momentos, por fases, empieza a inflarse y a prometer, de repente se desinfla por un exceso de jabón y gominolas. Y con ello no quiero desvelarme como un morboso o un psicópata al que sólo le mueven escenas gore o matanzas o violaciones o abusos... no no. A mí, en este tipo de films, me mueve la originalidad, y me remueve la sorpresa.
Con todos mis respetos y toda mi admiración, que no decaen en ningún momento, me siento decepcionado con Mr. Meirelles... pero eso es mi problema, y lo voy a gestionar estupendamente porque sé que otro día me lo compensará... él u otro que haya aprendido de él.
Amo el Cine, incluso al mediocre.