La confirmación de que Crowe acertó por casualidad con Solteros y parcialmente con Casi famosos y que la tendencia predominante en su cine es la films fallidos como Jerry Mcguire o directamente malos como Vanilla Sky y el que nos ocupa. Dos horas de nada al servicio de un Bloom que pierde mucho cuando se sale de las narraciones épicas (además de mostrar una molesta tendencia a imitar a Tom Cruise, a la postre productor del film) y de un Dunst que poco puede hacer con uno de los personajes más estúpidos vistos nunca en una pantalla. Film genuinamente americano (en el peor sentido de localista y endogámico), es una prueba más de que, como ocurría en décadas pasadas, ciertos films USA no deberían exportarse al mercado internacional, no ya por su escasa calidad sino por resultar prácticamente incomprensibles para el espectador europeo.