Elizabethtown

Está claro que lo de “vanilla sky” fue un error, un borrón en el inmaculado currículo de este gran director y escritor que es Cameron Crowe. Aunque sin llegar a la perfección cinematográfica de “casi famosos” o a la genialidad de “Jerry Maguire”, “Elizabethtown” consigue llevar al espectador a un viaje inolvidable a través de los sentimientos humanos y de la recuperación de la estima propia del personaje principal interpretado por Orlando Bloom. Los 10 minutos finales son indudablemente lo mejor de la película, una mezcla intensa de imágenes y música que nos hace volar a través de la geografía americana, mención especial a la visita a Memphis y al lugar donde murió Martin Luther King.
En cuanto a los actores, estupendas interpretaciones de secundarios de lujo como Alec Baldwin y una brillantísima Susan Sarandon. Kirsten Dunst en su línea, siempre fresca, sonriente y transmitiendo optimismo y ganas de vivir por los cuatro costados, por no hablar de su belleza.
Que Orlando Bloom está creciendo como actor a pasos agigantados no es ningún secreto, Ridley Scott no te elige como actor principal en una superproducción por casualidad o por ser “guapito”, me recuerda al gran River Phoenix antes de que las drogas se llevaran primero su capacidad interpretativa y luego su vida. Si Bloom sabe elegir bien sus papeles, cosa que puede hacer, será uno de los grandes actores de los próximos años. En “Elizabethtown”, al fin sin vestuario de época, el actor consigue una magnifica interpretación que podría serle compensada con alguna nominación a los Globos de Oro y quien sabe si a los Oscar.
En resumen “Elizabethtown” es una película muy recomendable para quien quiera pasar un par de horas viendo buen cine y escuchando buena música.

Película sosa, sin pizca de gracia. La relación entre los protagonistas, a la que el director pretende dar un halo de magia, está llena de trucos baratos. Además, la chica, que debería resultarnos como mínimo interesante, es una pesada de tomo y lomo con un par de frasecitas de libro que no tienen nada de ingenioso.

Puede que el primer cuarto de hora sea efectivo, porque consigue que nos sintamos identificados con el "perdedor" de Drew, pero el resto es simplemente aburrido.
¿Por qué ese interminable monólogo de la madre?
¿Por qué se ha desperdiciado el potencial cómico del encuentro entre el protagonista y su familia?
¿Por qué ese viaje a lo "Lonely Planet"?

En fin, si no la veis no os perdéis nada.

Una película increíble desde el principio hasta el fin, una BSO muy acertada con temas sublimes, para mí es una película que te deja un muy buen sabor de boca y que te hace pensar, te sumerge en la América profunda, en los sentimientos y en lo impredecible.


Un 10 de principio a fin, una película distinta, imposible de calificar.

Pero a mi me gustó y mucho. Yo ya tengo mi BSO.

Crowe presenta en "Elizabethtown" una trama que se asemeja mucho a otra obra suya más acertada: "Jerry Maguire". Aquí también tenemos a un joven apuesto, con una novia bombón, talentoso y exitoso en su negocio, y que ve atónito como fracasa en su empresa. Involuntariamente reconduce su vida visitando el pueblo rural de su difunto padre y sus familiares. Por el camino también encontrará a una chica "diferente" a la que tenía como novia. El resto del desarrollo de la trama es tan previsible como errado.

No me disgustan las películas en las que un muchacho en crisis vuelve al pueblo donde se reencuentra con familiares adorables, conoce chica especial y "ve" lo importante de la vida. Cuando se hacen bien este tipo de productos son una delicia... pero cuando se hacen mal son ridículos, vergonzosos, aburridos y previsibles. La cinta parte de una buena idea y pretende hablar de grandes temas (el desánimo, la búsqueda de la felicidad, la superación de los baches y el natural florecimiento de los romances), sin embargo su desarrollo en el guión, la puesta en escena y el montaje son desatinados.

La trama y su desarrollo resultan pobres, tópicos y nada emocionantes. El guión es forzado, con frases y momentos vulgares poco o nada imaginativos (algunos incluso tan cursis que resultan patéticos). No profundiza de forma verosímil en nada, en ninguna relación, en ningún personaje, no se transmite lo que pretende sobre el desánimo del hombre o la campechanía del pueblo, jamás se logra una construcción de personajes que atraiga. La cinta nos lleva por presentaciones equivocadas y la trama no evoluciona a un ritmo ni siquiera aceptable.

La realización y montaje fracasan. Está mal narrada y resulta insustancial y eterna. Su ambientación es insulsa, hay cortes entre secuencias mal escogidos, algunos de sus planos son muy abiertos cuando tiene que ser más cerrados y nos alejan de la historia, hay planos o escenas mareantes, hay escenas alargadas de forma anodina con momentos de silencio... no reflexivo, sino inexpresivo.

Pero lo peor es la mala elección del protagonista en una cinta que pretende basar su cimiento fundamental en la presencia del actor principal: ¿por qué escogen al sosainas de Orlando Bloom al que le falta cualquier atisbo de presencia, encanto o garra?. Bloom trata de ser Jerry Maguire... pero donde no hay no se puede sacar. El pasmado "actor" pasea su inexpresividad por el film sin transmitir nunca tristeza, enamoramiento, depresión o meditación alguna y parece que está ido todo el rato, Bloom demuestra que no es un Nicholson capaz de sostener un film con su simple presencia... pero también demuestra que ni siquiera es un Cruise. Los secundarios tampoco cumplen, resultando unos pueblerinos sin personalidad que se supone deben ser graciosillos pero que resultan triviales.

Lo mejor que puedo decir de la cinta es que tiene una música muy bonita que al menos hacen que todo sea más soportable.

Lo peor: Bloom.
Lo mejor: La música.

Reparto de lujo, realizador de calidad contrastada (Oscar al mejor guión en el año 2000 por Casi famosos) y una historia vital y almibarada para todos los públicos, con un guión preciso, límpido y lineal, y un mensaje claro y meridiano: La vida merece la pena ser vivida a pesar de las adversidades, pues el amor, que aparece en el momento más inesperado y el lugar más insospechado, acaba dándole sentido. Todo narrado con tono nostálgico al son de un puñado de canciones sugerentes especialmente seleccionadas para la ocasión. Parece un planteamiento diseñado, cual engranaje infalible, para el éxito de taquilla, pero, muy a pesar de Cameron Crowe, no ha sido así, pues las piezas del engranaje han chirriado lo suficiente como para rebajar a este cantado éxito apriorístico a la categoría de “correcto pero mejorable”. Para empezar, la historia resulta demasiado familiar, entendiendo por familiar algo sobado, repetido y sobradamente conocido, y por tanto previsible y nada sorpresivo. Además está narrada de manera plomiza, en ocasiones inerte, y el metraje resulta dilatado y excesivo para lo que se nos cuenta: 118 minutos, demasiados si consideramos que ya sabemos como va acabar el tinglado a los 20 minutos de proyección. Los numerosos momentos de emoción, comicidad y dramatismo que el guión plantea no están resueltos con la eficiencia deseada, y su plasmación en el celuloide no transmite con la suficiente fuerza como para crear la empatía emotiva necesaria con el espectador, a ello contribuye, sin duda, el hieratismo interpretativo de Orlando Bloom, el actor protagonista, quien no acaba de sentirse demasiado cómodo fuera de la Tierra Media sin una espada que empuñar. Si a ello le sumamos que Sarandon y Baldwin están totalmente desaprovechados, y que la trascendencia de manual de autoayuda no disimula la noñez del personaje de Kirsten Dunst, nos encontramos con un reparto totalmente dilapidado. Este conjunto de despropósitos parece construido únicamente para conducirnos a la escena final, un inevitable viaje catártico y purificador de regreso al son de una notable colección de canciones, ciertamente la parte más aprovechable de la película. Llamativa aunque decepcionante, Elizabethtown es como un obsequio cumplidor y digno de agradecer (como todos los regalos desinteresados), pero que ni entusiasma ni sorprende, un paquete voluminoso y llamativo cuyo verdadero contenido no se corresponde en absoluto con el regalo que esperábamos encontrar dentro de él.