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España España · La Laguna (Tenerife)
Voto de Yo mismo (o no):
3
Acción. Thriller Tras el fallecimiento del primer ministro británico en extrañas circunstancias, todos los líderes mundiales se reúnen para su funeral. Pero existen planes para que el acto, que cuenta con la mayor seguridad del planeta, sea una oportunidad para acabar con los mandatarios y sembrar el caos en todo el mundo. El presidente de los Estados Unidos y sus colaboradores del Servicio Secreto son los únicos capaces de evitar la tragedia. (FILMAFFINITY) [+]
16 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Previsible, manida, mascada, trillada... Pero aún así, le pongo un punto más que a su antecesora. No sé, quizá sea la ingeniería fantasmal de arrasar Londres, o que no me tomo tan en cuenta la sarta de chorradas que, una tras otra, nos van disparando cual ráfaga de metralleta. Leónidas-Rambo esta vez sigue a su presidente a Londres, al entierro del Primer Ministro británico, y allí que están los malos malosos de los árabes, esa gente sin compasión que atenta contra los valores de una sociedad civilizada como la británica o la estadounidense. El buen rollismo existente entre presidente y guardaespaldas produce, en ciertos momentos, arcadas. Y la inexpresividad de Gerard Butler es tan latente que conmueve a la inversa. Aaron Eckhart es el mismo pasmarote de la primera parte, un filón relleno de nada, que se pasea delante de la cámara como preguntándose a qué hora se cena aquí. De soslayo, un grueso de secundarios cuya mayoría son caras conocidas, el relleno que revienta la chequera de la productora, la purpurina que intenta maquillar el resultado final. Ah, y Morgan Freeman, claramente, que sale hasta en el cartel. De nuevo haciendo de Morgan Freeman, como si tenerlo en pantalla proporcionara grandeza y/o empaque.

"Objetivo: Londres", aparte de todas las carencias que se le presumen y que se confirman tras verla, posee el don del maniqueísmo supremo, el arte de la manipulación más vil, el acto pro-americano más trasnochado, algo que no veíamos tan descaradamente desde la década de los ochentas y la propaganda antisoviética como mensaje. Porque no busquen moraleja, ellos no se justifican. Lo hacen porque tienen la potestad y la falta de escrúpulos necesarias para hacerlo. Después de este ejercicio de autocontemplación sólo quedaría hacerse la pregunta: ¿Quiénes serían los malos en una presumible tercera parte?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Yo mismo (o no)
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