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Intriga
Recién instalada en Londres, Ann Lake lleva a su hija a la escuela el primer día de clase; pero, cuando vuelve a recogerla, la niña ha desaparecido. Ann denuncia el caso a la policía, pero las investigaciones de los agentes no conducen a ninguna parte, es como si se la hubiera tragado la tierra. Poco a poco, en comisaría empiezan a preguntarse si no se tratará de una fantasía de Ann. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2016
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si previamente a ver la película uno se dispone a leer algunas de las críticas, ya estará perfumado de prejuicio. Porque es lo que más se comenta: una película fallida, llena de fallos de guion, mala interpretación de Carol Lynley... Pues ni por asomo, al menos en mi caso.
Estando de acuerdo casi todos en la grandiosa dirección de Otto Preminger, con unas tomas escalofriantes y una atmósfera que nada tiene que envidiar a Hitchcock, la Annie de la película está más que notable. Carol Lynley es Ann Lake, una joven madre soltera que ha llegado a Inglaterra desde EEUU y que en el primer día de su hija en el colegio se da cuenta que ha desaparecido. Bunny, personaje de la infancia, hija, búsqueda, realidad-ficción. El globo se va inflando con otros personajes bastante bien rematados, como ese Steven interpretado por Keir Dullea o ese policía siempre abierto a cualquier posibilidad realizado por un grande como Laurence Olivier. Preminger también nos regala unos secundarios muy personales, como el casero de Ann o la fundadora de la escuela que pasa su tiempo oyendo grabaciones en las cuales multitud de niños cuentan sus pesadillas. Con esta combinación de detalles, más el caso (y la búsqueda) de Bunny Lake, estamos ante lo que se denomina un PELICULÓN, así, con mayúsculas.
Y tampoco estoy de acuerdo en que el desenlace esté también fallido: solamente los últimos quince minutos de película (a parte de los créditos iniciales) hacen que verla ya haya valido la pena. Así que, sin prejuicios, dispónganse a verla. No se arrepentirán.
Estando de acuerdo casi todos en la grandiosa dirección de Otto Preminger, con unas tomas escalofriantes y una atmósfera que nada tiene que envidiar a Hitchcock, la Annie de la película está más que notable. Carol Lynley es Ann Lake, una joven madre soltera que ha llegado a Inglaterra desde EEUU y que en el primer día de su hija en el colegio se da cuenta que ha desaparecido. Bunny, personaje de la infancia, hija, búsqueda, realidad-ficción. El globo se va inflando con otros personajes bastante bien rematados, como ese Steven interpretado por Keir Dullea o ese policía siempre abierto a cualquier posibilidad realizado por un grande como Laurence Olivier. Preminger también nos regala unos secundarios muy personales, como el casero de Ann o la fundadora de la escuela que pasa su tiempo oyendo grabaciones en las cuales multitud de niños cuentan sus pesadillas. Con esta combinación de detalles, más el caso (y la búsqueda) de Bunny Lake, estamos ante lo que se denomina un PELICULÓN, así, con mayúsculas.
Y tampoco estoy de acuerdo en que el desenlace esté también fallido: solamente los últimos quince minutos de película (a parte de los créditos iniciales) hacen que verla ya haya valido la pena. Así que, sin prejuicios, dispónganse a verla. No se arrepentirán.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La valentía que supone en la época el abordar temas tan tabús como puede ser la maternidad siendo soltera, el aborto, la relación entre hermanos tan profunda, el asesinato de niños..., tiene un mérito enorme.
Ah, Bunny Lake, aquella que se llamaba Felicia...
Ah, Bunny Lake, aquella que se llamaba Felicia...