Secuela que, siguiendo los pasos de "Resacón" y queriendo emular sus éxitos (consiguiendo emular sus defectos), se apunta al carro de la continuidad sin tener necesidad de ello. La primera parte funcionó, y mucho, en varios sentidos. Su continuación, sin embargo, y a pesar de poseer un reparto plagado de caras conocidas, se queda a medio gas. El trío Bateman-Day-Sudeikis se enfrasca en esta ocasión en otra rama de la delincuencia: los secuestros. Y la víctima es una cara conocida más por otros géneros que por la comedia: Chris Pine. Hay que reconocer que la película no se desinfla del todo, y que algunos actores consiguen tirar del carro: las breves apariciones de Jamie Foxx o Kavin Spacey aportan ese punto de frescura necesario para que la comedia se asiente, ya que la trama no deja de ser en algunos momentos vulgar y plana. El presonaje de Christoph Waltz es uno de los que lamentablemente se dejan al margen, a pesar de empezar con muy buen pie. Y el de Jennifer Aniston, en su línea.

En resumen, lo que en la otra ocasión pudo ser una crítica al sistema, una perorata a la desigualdad y al trato injusto, en esta se nos derrite convirtiendo lo que en principio iba a ser el sueño americano de la emancipación económica y personal de un trío de amigos en una ensalada mal aliñada de chistes y secuestros no rematados. La dinámica puede sostenerse por los personajes secundarios, por la elección musical y por el elenco de situaciones "tomas falsas" de los créditos finales. Pero es innegable que en comparación con su antecesora sale perdiendo por goleada. Veremos si hay revancha o si el partido queda con estos resultados.

Positivo: Créditos finales, música y actuaciones de los personajes secundarios.

Negativo: La inevitable comparación con la primera parte.