Cabe destacar que me ha sorprendido más como drama que como comedia. Un inicio demoledor, con un Daryl Sabara espléndido como hijo toca pelotas y obseso sexual. Detrás, un Robin Williams que, sin hacer un papel de Óscar, cumple como padre sumiso y fracasado. Lo de este hombre me sigue inquietando: no sé si cuando ríe, llora o viceversa.

Lo inmoral de los actos del protagonista queda medianamente justificando ante el espectador tanto en cuanto el hombre es un miserable al que ha dejado de lado la sociedad, o él mismo. Por ahí he oído que aprovecha los problemas del hijo para sacar tajada, pero ¿qué problemas tenía el hijo? Sí, era un imbécil gilipollas pero sin problemas. Y la redención llega con su explicación final, con su confesión ante todos, sabiéndose libre al contar sus culpas. Lástima que las mejores partes de la película queden ensordecidas por la música (que, por otro lado es muy buena, pero acaba siendo cansina).

Buen intento de Bobcat Goldthwait, aunque me sigo quedando con "Armados y cabreados" (por ahora solo he visto estas dos de este director).