Bill Foster, un mal día para cabrearlo, ¿eh? Siquiera para cruzarse en su camino. Un tipo normal, como tú, como yo, bueno, quizá algo más americano, con su patriotismo y su defensa de los valores USA, pero ¿qué más da?, al fin y al cabo no nos diferenciamos tanto, porque un mal día puede tenerlo cualquiera, aunque cuando se juntan muchos tal vez acabes explotando, arremetiendo contra todo lo que se cruza en tu camino, porque lo único que quieres y te apetece es volver a casa, y lo harás aunque sea cruzando territorios de bandas, cruzándote con algún perturbado nazi, con las miles de obras que infectan tu ciudad... Pero no olvides hacer un alto para coger fuerzas, sí, quizá en una hamburguesería cualquiera te sirvan el desayuno, más les vale, así después avances en tu regreso a casa.

'Un día de furia' es posiblemente uno de los mejores papeles de Michael Douglas, al que no le hace falta soltar parrafadas para darse a entender y conseguir que muchos nos sintamos reflejados en ese Bill Foster tan terrenal y normal que nos muestra la película. El comienzo es sublime, con ese calor asfixiante y los insectos y las pitas y las colas y las gentes y el asco... Luego, nos deja más escenas que son auténticas perlas: la hamburguesería, la cabina de teléfono, el manifestante al que han dejado sin trabajo... Posiblemente, no llegue al 10 por ese final tan previsible y por la endemoniada intromisión del personaje de Robert Duvall y su mujer, completamente innecesarios en la historia que nos están contando. Si Bill Foster topara con el guionista en un día como este, sabría cómo resolverlo.