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España España · Zaragoza
Voto de Hilodeseda:
7
Drama Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis (pastelitos rellenos de una salsa llamada "an"). Cuando una simpática anciana se ofrece a ayudarle, él accede de mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don especial para hacer "an". Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar. Con el paso del tiempo, Sentaro y la anciana abrirán sus corazones para confiarse sus viejas heridas. (FILMAFFINITY) [+]
14 de noviembre de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora nipona Naomi Kawase (Nara, 1969), habitual de Cannes y encasillada como una directora de estilo new age por su método de trabajo (proviene del mundo de la fotografía y explora la identidad, la intimidad y los orígenes de la personalidad en su films, algunos de ellos a modo de documental), presenta su última propuesta: ‘Una pastelería en Tokio’, ganadora del premio a mejor dirección en la pasada Seminci de Valladolid y presentada a concurso en la sección oficial (Un Certain Regard) en Cannes que inauguró.

El film rebosa pausa -clásica del cine japonés- y supone una delicia visual gracias al virtuosismo fotográfico que aporta Kawase, en esta ocasión en manos de Shigeki Akiyama su director de fotografía, factores que adornan esta historia mínima sobre heridas del pasado, esperanza y melancolía con la flor del cerezo y la fabricación artesanal de dorayakis (especie de tortas típicas japoneses rellenas de salsa de judías dulces -llamada “an” de ahí el título original del film-) como hilos argumentales. La historia, escrita por la propia Kawase, adapta la novela previa de Durian Sukegawa.

‘Una pastelería de Tokio’ nos presenta a Sentaro (Masatoshi Nagase), un austero adulto que regenta una pequeña pastelería en un barrio de Tokio. Cansado por su recurrente labor atiende sin mucha gana a los pocos clientes que recibe. Una mañana, una extraña pero simpática anciana se ofrece como ayudante de cocina, algo a lo que accede de mala gana. Con el paso de los días Sentaro descubre que la anciana, Tokue (Kirin Kiki), tiene un don especial para la cocina y para las pequeñas cosas que dan sentido a la vida, empezando así una amistad que comparten junto a una joven clienta con problemas de índole doméstica (una dulce Kyara Uchida).

El relato, casi carente de música (David Hadjadj), está lleno de sentimentalismo, emoción y ternura; la que reflejan estos tres personajes principales que tienen el punto común de la pastelería y que se servirán de apoyo entre sí para recuperar la alegría por vivir y encontrar un sentido a la existencia. El film tiene momentos en los que quizás le falta definirse, siendo precisamente en esos momentos cuando el espectador puede perder interés en esta historia de amistad multi generacional, algo que de no suceder captará su atención y abrirá de par en par el corazón. Naomi Kawase incide en la ternura por los pequeños detalles -una brisa, las plantas, la flor del cerezo- para explicar y plasmar la necesidad del ser humano en la meditación y la poesía como enzima que catalice nuestra existencia, muchas veces encerrada bajo cuatro pequeñas paredes (la pastelería) que no dejan ver la grandeza de la vida (la ciudad, el parque) y la belleza de sus detalles (la flor del cerezo que representa Tekue para la vida de Sentaro). También cobran una gran relevancia los sonidos que escuchamos durante la proyección: el canto del pájaro, unos pocos coches, el sonido de los colegiales cuando pasean, la brisa golpeando las calles y ventanas…Detalles fuera de campo que enriquecen el visionado y que van acorde a la narración global que implora por los matices y los pequeños placeres de la vida cotidiana, lo que hace confrontar con los problemas que debe afrontar el protagonista con la propietaria del local y las habladurías de la gente.

El esperado desarrollo y desenlace, siempre en un tono pausado, dan sentido al discurso de la directora y termina por revelar la belleza de este pequeño relato de cine de autor asiático que casualmente llega a la par que otra película japonesa de muy diferente factura y temática: ‘Dragon Ball Z. La resurrección de F’.
Para amantes del tiempo y las virtudes de la vida. No apta para quienes solo desean ver explosiones en una gran pantalla.

Lo mejor: La fotografía y la ternura de los diálogos.
Lo peor: Quizás cueste identificarse con los protagonistas.

Valoración:
Banda sonora: 6
Fotografía: 8
Interpretación: 7
Dirección: 8
Guion: 7
Satisfacción: 7
NOTA FINAL: 7,1

@hilodeseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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