Decepción y aburrimiento son las sensaciones que afloran en mi interior tanto al término como durante el transcurso de la proyección de esta última entrega de la adaptación cinematográfica de uno de mayores best sellers juveniles de todos los tiempos: Los juegos del hambre.

La franquicia basada en la obra de Suzanne Collins ya demostró desde su primer volumen que no quería sólo quedarse en una mera trilogía de cine de aventuras futuristas en un universo distópico sino que quería mostrar una critica y una reflexión sobre el poder los medios de comunicación y la profunda manipulación que estos pueden realizar sobre el público receptor de la información. El pan y circo que se popularizó en la época romana y que algún que otro político actual ha querido implantar en los tiempos actuales también está muy presente como hilo conductor de esta historia de opresión de un pueblo defenestrado y dividido en distritos. La popular Jennifer Lawrence com Katniss Everdeen se enfundo las pieles como adalid de la justicia -Sinsajo- y nos ha llevado a lo largo de estos años a luchar contra la tiránica forma de gobierno del Capitolio personificada en la figura del presidente Snow (Donald Sutherland).

Una vez transcurridas las dos entretenidas e interesante películas (En llamas me parece la mejor de todas) que llegaron en 2012 y 2013 respectivamente, recibimos el año pasado la primera parte de las dos en las que se dividió la última novela, una estrategia comercial con un único sentido económico y que está derivando en el hastío del público, máxime cuando el resultado fue tan pobre y tedioso. Obviamente tanto el fenómeno fan como los espectadores convencionales que de manera habitual disfrutan de este tipo de films esperaban -esperábamos- un repunte de la saga que elevara el tono, supusiera un alarde visual y sorprendiera al espectador ante la épica y recordada batalla final como alzamiento frente el Capitolio. Nada que ver. En lugar de terminar la franquicia con un exitoso y potente último episodio nos hemos encontrado con la sorpresa - esta vez sí- de sufrir una cornada en el centro de nuestra cámara de las ilusiones y revelándose esta ‘Sinsajo parte 2’ como una continuación en tono y forma de la primera con la única salvedad de contemplar el final de toda la historia. Un final muy bajo que solo complacerá a los más conformados de la clase, un espectro emocional en el que sin lugar a dudas no me encuentro.

Efectivamente ‘Los juegos del hambre: Sinsajo parte 2’ resulta una oscura y excesivamente discursiva película que no cubre ni mucho menos las altas expectativas que se habían generado en torno a sí misma y que ha logrado el hito de poner de acuerdo tanto a crítica como publico al mostrar su sentimiento de franca decepción. Un rollete plúmbeo al que solo salvan tanto la presencia de ciertos actores de prestigio como la realización de algunas secuencias de alta tensión y magnífica realización, como por ejemplo todo lo que sucede por los túneles y que inevitablemente evoca a esa joya de la ciencia ficción que es ‘Aliens el regreso’. Cuentan que el fallecimiento del gran Philip Seymour Hoffman durante la filmación de esta última película no sólo cambio líneas de guion (la carta que lee Haymitch a Katniss en cierto momento la debía leer Plutarch en persona por ejemplo) sino que afectó al ánimo de todo el reparto, algo entendible quizás pero que no debe servir de excusa que libere de su responsabilidad tanto a Francis Lawrence como director -quien mostró su valía en la segunda parte de la saga- ni sobre todo a los guionistas de ambos Sinsajos: Danny Strong y Peter Craig.

La pérdida de relevancia de los personajes de Stanley Tucci o Elizabeth Banks, quienes aportaban frescura y barroquismo a la saga, la continua trascendencia de las grabaciones de video y los oscuros tejemanejes de una lánguida Julianne Moore desenfocan la historia y enturbian un personaje y un triángulo amoroso sin chicha ni limoná dada la floja interpretación de un Josh Hutcherson (Peeta Melark) que se limita a poner cara de pánfilo en el 99% del film. A pesar de todo lo comentado, el film destaca por una cuidad dirección artística con especial mención al diseño de vestuario y maquillaje o la creación digital de escenarios así como una notable banda sonora de James Newton Howard. Interpretativamente solo destacan tanto Jennifer Lawrence como el gran Donald Sutherland, los demás únicamente cubren el expediente.

En definitiva un film con excesivos altibajos, frío en muchas secuencias y que solo saca músculo en determinados momentos, suficientes para un aprobado ramplón pero sin duda insuficientes para cubrir las altas expectativas que merecía una de las obras más populares de la ciencia ficción juvenil. Una última flecha demasiado discursiva para el famoso arco de Katniss Everdeen.

Lo mejor: La dirección artística. Las fases que recuerdan a ‘Aliens el regreso’ o que podrían intuir un ‘Asterix y las doce pruebas’.
Lo peor: Lo terriblemente fría que resulta la película. La continua reflexión sobre el control de las masas.

Valoración:
Banda sonora: 6
Fotografía: 6
Interpretación: 5,5
Dirección: 4
Guion: 5
Satisfacción: 4
NOTA FINAL: 5,1

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