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Voto de Sergio Berbel:
10
Terror. Thriller. Drama Un psicólogo, que quiere ayudar a su mujer a superar la muerte de su hijo en un accidente, decide llevarla a una cabaña perdida en medio de un bosque, donde ella había pasado el último verano con el niño. Sin embargo, la terapia no funciona, y tanto ella como la naturaleza empiezan a comportarse de un modo extraño. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se cumple una década del estreno de “Anticristo” de Lars Von Trier, momento perfecto para revisionar una de las películas más duras y dificiles de ver de toda la historia del cine, pero también de las más bellas estéticamente. Aunque me parece una obra maestra absoluta indiscutible e intocable, me resulta altamente peligroso recomendar su visión a cualquier persona. Hay que estar psicológicamente preparados para aguantar la violencia física y psicológica extrema que hace estremecer al alma más sosegada, una cinta vetada para la mayoría de los paladares, donde el genio danés da rienda suelta a todos sus fantasmas y desequilibrios mentales y los plasma bellamente sin tapujos.


Predecesora experimental de determinadas formas y texturas que luego desarrollaría en su obra maestra definitiva “Melancolía” (para mí, la segunda mejor película de la historia del cine), “Anticristo” también comienza con un prólogo estética y visualmente apabullante basado en un uso exquisito de planos bellamente imposibles, cámara lenta y, en este caso, fotografiados en un blanco y negro hipnótico, como preámbulo explicativo de todo lo que vendrá después, tan sólo con los gélidos acordes del “Lascia ch´io pianga” de la ópera “Rinaldo” de Händel.


A partir de ahí y recuperando el color y el estilo característico del dios Von Trier, la película se adentra sin piedad ni consideración alguna hacia el espectador en la espiral de locura destructiva física y psicológica en la que entra una pareja tras la muerte de su hijo pequeño en un accidente del que ambos se culpan directamente. Él es psicólogo y se cree capaz de rescatar de la locura a su pareja llevándosela a la cabaña en al que ella pasó el último verano con su hijo.


Sólo una mente genialmente desquiciada y artísticamente perturbada como la del danés es capaz de generar una oscuridad tan absoluta en el texto a la par que una belleza formal totalmente insuperable para quien sea capaz de mirar a la pantalla y no apartar los ojos de ciertas escenas ciertamente en el límite de lo soportable.


Se permite entre ese panorama dantesco mezclar sabiamente determinadas imágenes simbólicas de animales que van a marcar determinados y sucesivos hitos en la trama, y otras rodadas en cámara lenta de una perfección visual inaudita.


Una película que hubiera imposible sin el concurso absoluto y la entrega desmedida de sus dos únicos protagonistas, Willem Dafoe y una Charlotte Gainsbourg estratosférica como cada vez que participa en una película de Von Trier.


Y mucho oído a su diseño de sonido, donde se perciben de la forma más inquietante que haya escuchado en toda mi vida los sonidos del bosque, alarde cósmico de Kristian Eidnes Andersen, especialmente esa percusión continua inquietante hasta decir basta de las bellotas cayendo en el techo de la cabaña que habitan sus protagonistas y que acaban desquiciando al mismísimo Santo Job. Lars Von Trier en estado puro, o sea, el cine tocando techo.
Sergio Berbel
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