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Voto de Sergio Berbel:
9
Intriga. Drama Tras sufrir un inesperado accidente de coche en el desierto, Dafne sufre de amnesia post-traumática. Jake, la primera persona que encuentra cuando recupera la conciencia, le dice que es su marido. (FILMAFFINITY)
13 de septiembre de 2022
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La sombra de Alfred Hitchcock es muy alargada. Afortunadamente en el caso de la película belga “You go to my head”, ópera prima de Dimitri de Clercq. La mezcla de drama romántico y thriller psicológico bebe directamente de las fuentes hitchcockianas y el resultado es mucho más que notable. Juega además con la carta marcada de ser visualmente impactante y maravillosamente interpretada por su pareja protagonista, especialmente en el caso de Delfine Bafort, que incluso ejerce igualmente de perturbadora rubia de Hitchcock. La propuesta-homenaje no puede salir mejor.

Una chica vaga a punto de morir por mitad del Sahara tras haber tenido un accidente de tráfico donde parece haber fallecido el piloto del vehículo. Cuando cae desfallecida, es rescatada en última instancia por un arquitecto que está estudiando las posibilidades urbanísticas del desierto y vive en una mansión de ensueño dibujada por él en mitad del propio Sahara. Ella resulta estar amnésica a consecuencia del accidente y entonces él decide contarle que es su esposa, cautivado por su simpar belleza, y llevarla a vivir con él para inventarle todos los recuerdos que le faltan.

La interpretación, siempre desorientada y desnortada de Delfine Bafort es impresionante, a la que da la réplica Svetozar Cvetkovic. Pero lo que destaca de esta apasionante propuesta son dos elementos fundamentales:

1.Su guión, del propio realizador, donde consigue dar una vuelta de tuerca novedosa a un asunto tratado en múltiples ocasiones anteriores por el cine y que va creando un halo de misterio alrededor de su protagonista femenina que no para de crecer hasta su paroxismo final.

2.La preciosista, elegante, estudiada y mágica propuesta estética, directamente heredada del mejor Hitchcock, que hace de esta cinta una experiencia visual única, con planos que son auténticas joyas cinéfilas. Todo ello aderezado por la perturbadora partitura musical de Hacène Larbi para conformar una cinta mucho más que recomendable.
Sergio Berbel
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